Carmen Serdán y su grupo de aliadas no se limitaron a una participación pasiva.
Foto: X/@INEHRM | Carmen Serdán y su grupo de aliadas no se limitaron a una participación pasiva.  

En los días previos al 18 de noviembre de 1910, Carmen Serdán y un grupo de mujeres revolucionarias, incluidas su hermana Natalia Serdán y Filomena del Valle, desempeñaron un papel crucial en el contrabando y almacenamiento de armas en Puebla, México. 

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Estas acciones formaban parte de un movimiento mayor para apoyar el levantamiento armado contra el régimen de Porfirio Díaz, que llevaba en el poder más de 30 años. 

En una época en la que las mujeres enfrentaban una sociedad de roles de género estrictos, estas revolucionarias se arriesgaron al desafiar las normas establecidas, participando activamente en la defensa armada y demostrando su determinación de luchar por la justicia y el cambio social.

El fraude electoral de 1910, que ratificó la reelección de Díaz, motivó a Carmen Serdán a involucrarse de lleno como agente revolucionaria. 

Se sumó al movimiento antirreeleccionista liderado por Francisco I. Madero y, junto a otras mujeres poblanas, no solo consiguió financiamiento para comprar armas, sino que también elaboró bombas caseras y distribuyó propaganda que llamaba a la resistencia. 

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La participación de Carmen en el movimiento también se formalizó mediante su afiliación al Club Antirreeleccionista “Luz y Progreso”, fundado en Puebla en 1909. En este espacio, compartió ideales y organizó acciones con otras activistas, como las profesoras Paulina Maraver y las hermanas Guadalupe y Rosa Narváez

El club era un núcleo de militancia y discusión, donde se planificaban actividades que desafiaban el orden establecido, siempre en apoyo al proyecto de Madero para un país más democrático.

El día del ataque en Puebla, Carmen Serdán y su grupo de aliadas no se limitaron a una participación pasiva. Con valentía, defendieron su posición, enfrentándose a las fuerzas federales y contribuyendo a la resistencia desde la trinchera. 

Estas mujeres revolucionarias marcaron un antes y un después en la historia de la Revolución Mexicana, mostrando que la lucha por la libertad y los derechos no era exclusiva de los hombres. 

LM