Está claro que Vladimir Putin no da puntada sin hilo. La última bravuconada de Joe Biden antes de dejar la presidencia fue enviar y autorizar el lanzamiento de misiles de largo alcance sofisticados y peligrosos. Le siguieron también los británicos. No contentos con eso comenzaron a sembrar minas antipersonas en tierra y bosques dónde luchan soldados, rusos, norcoreanos y ucranianos, para golpear a los primeros. No olvidemos que más de diez mil soldados norcoreanos están peleando en territorio ucraniano para llegar a Rusia.

Pero Vladimir Putin es Putin y no se anda con palabras amables carentes de sentido. No. No y su respuesta fue inmediata. Lanzó un misil balístico intercontinental que puede llevar ojivas nucleares a pesar de que esta vez afortunadamente no era así. Sin embargo, el mensaje fue inequívoco. Rusia está dispuesta a lo que sea. Eso se interpreta como la posibilidad real de que, aunque no llevaba ninguna ojiva nuclear no quiere decir que en un futuro sí las pueda llevar.