El papa Francisco ha sido posiblemente la voz más clara de este siglo para expresar la tragedia y el dolor de los migrantes, en su encíclica Fratelli Tutti hace una las críticas más contundentes a la sociedad en la que vivimos: la define como la cultura del descarte.

En menos de dos meses, veremos uno de los cambios más radicales de la política migratoria en Estados Unidos, con los migrantes ilegales señalados como la causa de todos sus males y México inmerso en un escenario de total descontrol de la seguridad nacional. La solución no podría ser más trágica: expulsión masiva de migrantes ilegales.

Hoy no sólo buscan migrar a EU los mexicanos más pobres, lo hacen también   miles de personas desplazadas de sus comunidades por la violencia extrema de las organizaciones del crimen organizado.

A estos criminales en México las autoridades las califican como “células del crimen organizado”, la razón es que sí les reconoce como lo que son, terroristas, EU podrían aplicar las tesis de Jurisdicción Extraterritorial y actuar en nuestro país para exterminar a aquellas organizaciones que, a su juicio, sean terroristas.

En el colmo del absurdo, ni Estados Unidos está preparado para suplir a todos los migrantes que piensa expulsar, hablo de aquellos trabajos que los estadounidenses no quieren hacer, ni el Gobierno mexicano está preparado para recibirlos sin incrementar los índices de criminalidad ante la falta de oportunidades que puede ofrecer a los migrantes expulsados.

Los ganadores serán los traficantes de seres humanos que van a ver en esta política migratoria un gran negocio; los precios de “sus servicios” van a aumentar considerablemente. También lo serán las organizaciones criminales que tendrán más personas desesperadas dispuestas a hacer lo que sea para sobrevivir. Aún a costa de la vida de otros.

Todo aquello que se quiere evitar en EU y México se verá incrementado de forma exponencial. Tendremos más descartados.

Una de las principales fuentes de ingresos de México son las remesas que millones de migrantes envían a sus familias. ¿Cómo van a sobrevivir estas familias que dependen de este ingreso para su manutención? En la discusión del fenómeno migratorio, se habla mucho de las injusticias por la que pasan los migrantes, pero, ¿acaso se considera el sufrimiento de las esposas y madres que tienen que luchar para que sus hijos sean algo más que seres humanos descartables?

Se podría apelar a mil razones políticas y económicas para pensar que esta decisión es errónea y absurda, pero estamos hablando de personas que han sufrido inmensamente antes de tomar la decisión de dejar a sus familias, sus tradiciones y costumbres, para irse a un país donde todo les es desconocido: el idioma, la comida, la cultura. Saben que se convierten en apátridas, despreciados en EU y sin un lugar en México.

No pocas veces se vuelven extraños hasta para sus propias familias y amigos. Podemos siquiera imaginar el terror que sienten aquellos que huyeron de sus lugares de origen por la violencia de los criminales y los abrazos de las autoridades y que, una vez más, se convierten ahora en perseguidos y víctimas.

No he escuchado ni una sola palabra de Claudia Sheinbaum Pardo en defensa de los migrantes o sus familias, ni de la Secretaría de Gobernación o de algún líder de Morena. ¿Es más importante la reforma judicial que la defensa de estos mexicanos a los que ninguna ley ampara ni en EU ni en México?

Los problemas de los migrantes y sus familias no viajan ni en La Bestia ni en pateras, viajan en las camionetas de los gobernantes de EU y México. Eso sí, protegidos por sus escoltas.

 

  @Pancho_Graue

  fgraue@gmail.com