Todavía no llegan todas. Las mujeres en los espacios laborales dejaron de ser una excepción. En México, según cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, el 59% de las personas con empleo en el país son mujeres, pero el trabajo no está cerca de ser equitativo.
Hasta ahora, las políticas públicas no se han notado más favorecedoras a las mujeres y quizá haya que voltear a ver los esfuerzos de grupos informales y de la sociedad civil para que realmente lleguemos todas a los espacios de trabajo y de decisión que queremos tomar.
Cuando las cifras de empleo de las mujeres se analizan en específico, el reflejo de la inequidad sigue ahí. Según las cifras comparadas por la organización México cómo vamos, la tasa de participación de los hombres es de 76.2% mientras que las mujeres tienen una tasa de participación de 46.3%, la brecha es de 29.9 puntos porcentuales.
Parte de la explicación de la brecha tiene que ver con los hijos. Según una encuesta del IMCO, titulada “La realidad en el trabajo”, el 43 por ciento de las mujeres que son madres colocan la flexibilidad como una de las características principales necesarias para un trabajo. Solo el 11% de los hombres considera esto como una prioridad.
Y aquí un ejemplo práctico. Patricia Martínez es vagonera desde hace más de 15 años. Llegó después de intentar tener empleos formales, pero que no le permitían cuidar a su bebé.
“Era el único trabajo que me dejaba ir con mi hijo de brazos, en ningún otro podía. No tenía forma de pagar una guardería, así empecé y terminó siendo mi modo de vida aunque ser mujer lo hace un poco más cuesta arriba”, platica.
Ahora ella forma parte de “Leonas en manada”, que es una agrupación de mujeres vagoneras que se organiza para ofrecer ayuda jurídica, asesoría y cuidados para las mujeres que venden durante los trayectos de viaje en el Metro.
La agrupación nació como un intento de organizarse para buscar oportunidades de trabajo, se conformaron como una cooperativa para adquirir locales, para crear puestos de trabajo formales y acceder a prestaciones como seguro social o servicios de salud, el Infonavit y otras prestaciones sociales.
Según cuenta Patricia, la realidad es que por ahora la colectiva ha apoyado a ofrecer ayuda jurídica para las mujeres que trabajan en el Metro y que necesitan esquivar la extorsión de las autoridades del Metro y de la policía. Su desventaja frente a otras organizaciones de vagoneros las ha marginado de obtener más locales y mejores ingresos.
Los problemas que lleva la organización reflejan en su conjunto las desventajas que sufren las mujeres en casi cualquier ámbito de trabajo. No hay un sistema de cuidado que ayude con las labores de crianza, los ingresos son desiguales y la informalidad es más sencilla, pero más injusta. Los hallazgos también los han marcado organizaciones como Oxfam en sus estudios de trabajadoras en plataformas digitales.
Y aquí la duda genuina: ¿quién está escuchando lo que las mujeres tienen que decir?
@Micmoya