Miles de fieles acudieron el 11 de diciembre a la Basílica de Guadalupe.
Foto: Miguel Martínez | Miles de fieles acudieron el 11 de diciembre a la Basílica de Guadalupe.  

“De que se la aventó desde abajo, se la aventó”. Fue el comentario, admirado e incrédulo de una rescatista que acompañó a Heriberto, quien recorrió de rodillas casi un kilómetro del acceso a la Basílica a la Capilla del Cerrito para agradecerle a la “Morenita” un año más de vida.

En su espalda cargaba un retablo de la Guadalupana, sobre el que traía su cobija, ropa y alimentos, el joven originario de San Pablo Xochimehuacan, Puebla entró a la Basílica, atravesó el atrio convertido en campamento por miles de peregrinos, pasó junto a la estatua de Juan Pablo II, y fue ascendiendo al sitio en el que la tradición dice que apareció la Virgen.

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Cómo en cualquier reto, el último trecho fue el más complicado, amén que, en la escalinata que da acceso al pequeño templo, alguien dejó caer una veladora y los trozos de vidrio quedaron a su paso, pero ni uno solo se le incrustó.


Ya dentro, sus 4 custodios que solo le iluminación su ascenso y lo rodearon pidiendo paso para él, lo dejaron solo con su devoción.

Habló con la Virgen, en susurros, que se perdían entre cánticos, aplausos y vivas a “la morenita”.

Tras unos minutos, se levantó, y como si nada, salió del recinto y comenzó el descenso, y platicó:

“Con este van 6 años que vengo. A agradecerle, por la vida, el trabajo. Estudiaba enfermería pero ya no…”.

Ahí paró el relato y dijo que se quedaría a descansar, y mañana partiría de regreso a su pueblo, ubicado a hora y media de Puebla capital.

Y se confundió entre el mar de gente; quizá en el transcurso de esta noche sea uno de los cientos que, en algún rinconcito del templo Mariano, solos o en grupo, se guarecen del frío en una escalinata, o plazoleta de las tantas que hay en la Basílica.

A quienes duermen en el suelo, poco importa el frío, o que junto a ellos millones de pies cumplan la manda con “la morenita”.

Al hervidero de peregrinos, un poco menos que el año anterior, según conversaciones atrasadas al vuelo, poco les importó el pleito de las autoridades eclesiásticas con el Gobierno en turno, así como el audio mal ecualizado que taladraba los oídos.

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Ellos querían ver y cantarle a la morenita, pagarle la manda, encomendarse a ella y pedirle su protección para el año que viene.

Aunque eran raudales de gente, el corte que dio la alcaldía Gustavo A. Madero -poco antes de las 11 de la noche- era de 8.5 millones de personas.

La previsión era 12 millones. Es lo de menos. La fe no sabe de números, si se profesa de pie o de rodillas. Solo conoce de fervor. La “Guadalupana” lo enciende.

EAM