Oriente Medio está que arde. Israel sigue queriendo comerse a Hamás en Gaza y Cisjordania y a Hezbolá en el Líbano. Los enemigos del Estado de Israel no lo perdonan y le miran con ojos de venganza desde Jordania, Irak, Irán, Yemen o Pakistán.

De un lado Israel solamente tiene el mar, el Mediterráneo. Del otro, enemigos. Resulta que algunos de ellos como Irán o Pakistán disponen de armamento nuclear.

Pero se complica aún más este inexplicable rompecabezas con Siria, una de las piezas más importantes en el mapa de Oriente Medio.

Todos los tiranos acaban igual. O los matan o huyen como cobardes. Es lo que ha hecho el dictador sirio Bashar al-Asad cuando se marchó de manera pusilánime a Moscú donde Vladimir Putin le ha dado asilo. La familia llevaba más de cincuenta años detentando el poder a través de su padre, Háfez al-Ássad, haciendo de Siria su corrijo.

Hace más de diez años, durante la Primavera Árabe, el régimen de al-Asad estuvo a punto de caer. Si no lo hizo fue por la ayuda exterior que tuvo, fundamentalmente de Rusia e Irán, sus principales valedores. ¿Qué ha ocurrido ahora? Los rebeldes han aprovechado el vacío que dejó Rusia en sus cuitas con Ucrania. Bastantes problemas tienen ya como para ocuparse de Siria. Irán está desinflada por su desgaste con Israel. Tampoco podía ocuparse el régimen de los ayatolás con Siria. Además, también aprovecharon los rebeldes la transición en Estados Unidos, de Biden a Trump. Por todo ello los rebeldes entraron en Damasco sin pegar prácticamente un solo tiro.

La organización terrorista Hayat Tahrir-Al Sham, descendiente de Al Qaeda y su líder Abu Mohamed Al-Jawlani, son los nuevos dueños de Siria. El joven Al Jawlani tiene grandes maestros que son legendarios. Uno es Al-Zarqawi y el otro es Al-Bagdadi, quienes fueron los principales hacedores de los atentados en Occidente.

Las repercusiones por todo el mundo pueden ser peligrosas, pero sobre todo pueden descomponer aún más esa pieza de Oriente Medio que ya, de por sí, está descompuesta.

 

     @pelaez_alberto