Ambos lo saben:
Su poder dimana del pasado.
Pero, ellos sabrán por qué, si es por rencores o por medir fuerzas, Adán Augusto López y Ricardo Monreal decidieron pelear públicamente.
Y los dos perdieron y Claudia Sheinbaum gana.
Dieron la oportunidad a la Presidenta de exhibir su Poder Ejecutivo y dar un paso hacia la posible liberación política de quien los y la puso.
Puede cambiar el futuro del país.
Ella determinará si avanza en esa dirección -nosotros atestiguaremos- y si por fin se sacude la tutela del motor del nuevo destino nacional.
Por ahora recibió una oportunidad dorada cuando el pastor del Senado lanzó la acusación de reducción presupuestaria a su cuerpo legislativo para 2025.
Y el jefe del control político de la Cámara de Diputados juntó sus bártulos y lo enfrentó con el respaldo de los suyos para negar desvíos y contratos sospechosos por decenas de miles de millones.
OPORTUNIDAD DE CAMBIOS
De inmediato los dos fueron reconvenidos.
Públicamente, Claudia Sheinbaum los convocó a serenarse, acaso para no exhibir las grietas del movimiento oficial y cuya unidad tanto preocupa a Andrés Manuel López Obrador y a ella misma.
Algo más: desde Palenque -¿alguien recuerda de quién es el famoso rancho de Chiapas?- bosquejó la posibilidad de hablar con ellos para conciliar y de esa manera cerrar la herida abierta por ambiciones.
Sobre la posibilidad de hablar con ellos contestó:
-En su momento sí. Les deseo Feliz Navidad, próspero Año Nuevo y cabeza fría.
Ayer se especulaba en la cúspide del poder sobre ese encuentro necesario para la gobernabilidad: hoy mismo y en privado se celebrará la reunión.
En esto tiene, o debe tener, un papel fundamental la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, porque es un asunto de gobernabilidad para el país y de concordia para la administración pública.
De todas maneras, el dato es elocuente: haber sacado 18 reformas constitucionales para gusto lopezobradorista no da derecho a pelear ni a Adán Augusto López ni a Ricardo Monreal Ávila.
Porque el poder nuevo y real se dimana en Palacio Nacional y, con PRI, con PAN o con Morena, ahí se decide cuándo se da y se quita, cuándo se ratifica por lealtad o se remueve por desconfianza.
Y en ambas cámaras hay retadores.
DE PALACIO A LA CHINGADITA
1.- Antes de tomar Puebla, Alejandro Armenta hizo una declaración:
-Esta es mi máxima ambición política. Terminando mi sexenio me retiro.
Se va a su rancho y para evitar comparaciones con Andrés Manuel López Obrador, le pondrá La Chingadita.
Expriista arropado por morenistas, expriistas la mayoría, ratificó ofertas de gobierno sobre todo un “estado seguro, con paz social, con equidad y sin discriminación”.
La seguridad pública se construye con coordinación, colaboración con empresarios, bioética social y anunció la Universidad de Ciencias Penales.
A sus colaboradores y 217 alcaldes les advirtió:
-O estamos del lado de la justicia y de la seguridad o estamos del lado de los delincuentes. Aquí no hay medias tintas.
Debiera ser advertencia nacional.
Y 2.- Regresó el Buque Escuela Cuauhtémoc de su viaje por tres continentes y un reconocimiento, la Tetera Boston 2024, símbolo de la excelencia en la navegación de vela.
La recepción en Acapulco la encabezaron el secretario de Marina, Raymundo Morales y la gobernadora Evelyn Salgado.
@urenajose1