La cabeza del águila, la del Estado Nacional encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, la representada en los años setenta en las cajas de madera de mercancías exportadas o productos consumidos en el país con un orgulloso sello “Hecho en México” es la nueva Ave Fénix del nacionalismo Obradorista y se lleva sobre las alas a cúpulas empresariales y a todas y todos quienes advierten la total inexistencia verosímil de un discurso y una acción semejante de pseudofuerzas opositoras.

Hegemonía de un lado y ausencia siquiera de guerra de movimientos o de posiciones, del otro. Declaraciones perdidas de Jorge Romero, líder discutible pero institucional del PAN, publicadas ocasionalmente en una décima parte de los espacios de generación de opinión pública.

En el Plan México se localiza la ruta de la sobrevivencia y la supervivencia de la mayoría nacional. A menos de la ocurrencia de un desastre político interno. Cierre de filas. Evaluación realista. Acompañamiento táctico. Convicción estratégica. Toda la iniciativa privada cupular, sin necesidad de cúpula pero con inversiones 70 por ciento en el extranjero, se agrupa en la foto junto al presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Francisco Cervantes, y cerca del secretario de Economía, Marcelo Ebrard. El mismo secretario de Estado que con un poco más de buen tino y asesoría sería indiscutible líder de la cuasi lejana lista 2030.

En México también se cometen errores.

Desde el Museo Nacional de Antropología —donde apenas la semana pasada la mandataria reinauguró el segundo piso para las culturas originarias— se hace la presentación del ambicioso proyecto nacionalista para ubicarnos en la economía diez. Así que suceda con una selección nacional competitiva y con el inglés en las escuelas públicas para beneficio igualitario de los menores, alienado de la pertenencia a la nueva élite.

La dependencia de productos e inversiones extranjeras puede frenar el desarrollo local si no se combina con políticas proteccionistas inteligentes. Priorizar lo hecho en México no es una medida aislacionista ni de nostalgia o nacionalismo exacerbado similar al de finales de los años setenta cuando la moneda se defendía como un perro —con el hocico amarrado por la corrupción del priismo de entonces en 1982—, sino una estrategia para equilibrar las reglas del juego frente a otros gigantes y con el objetivo de colocar a la nación en el top ten de las economías mundiales. Actualmente ocupamos el sitio 12.

Un planteamiento transexenal respaldado en lo nacional, lo originario y la seguridad como referentes de confianza y certidumbre para las y los inversores. Políticas públicas desarrolladas bajo el liderazgo de Sheinbaum y aplicadas desde la Ciudad de México por la jefa de Gobierno Clara Brugada. Las voces del obradorismo del día de hoy oscilan entre lo nacional y lo local, lo global y lo nativo. Lo Hecho en México es el nuevo régimen para hacerse duradero.

 

@guerrerochipres

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