“Cerrar filas”, ¿con quién, cómo y para qué? La verdad, ni siquiera se entiende el llamado. México no enfrenta la inminencia de una invasión armada por las tropas yanquis, en plan “todos a las barricadas”, que justifique semejante cursilería de convocatoria, ese llamado al juanescutismo masivo.
Lo que enfrenta es a un Gobierno, sí, más que radical, volátil en muchos casos, impredecible por lo tanto, conducido por un individuo que presumiblemente priorizará, como ha hecho, el ruido mediático, las concesiones retóricas a sus fieles y el bullying como principio de negociación. Trump.
Así las cosas, al Gobierno mexicano, cuya tarea es ver por nuestro bienestar, se le viene encima una chamba terriblemente complicada, una que en realidad nadie sabe muy bien cómo se hace –pregúntenle sino a los canadienses–, pero que implica una capacidad diplomática que de momento no se ve por ningún lado, un Plan B económico que ídem –los sueños guajiros de entregarnos a los brazos chino-ruso-brasileños-indios y aventarnos de clavado a la integración latinoamericana son puro onanismo chairo–, y, claro, de entrada, un análisis de la situación que rebase el cliché de “necesitan a los migrantes” y “nuestras economías están estrechamente ligadas y no se va a dar un tiro en el pie”.
Por supuesto que se pueden dar un tiro en el pie. De hecho, se van a dar unos cuantos. Eso son los populismos, como bien sabemos aquí, el país de los 800 mil muertos por Covid-19 y el desastre económico post pandemia: tiros en el pie, en función de una forma perversa de mantener y ejercer el poder, y probablemente también de un buen puñado de prejuicios.
Así pues, lo que toca es lo de siempre: celebrar cualquier iniciativa creativa, bien pensada y bien documentada, y cuestionar, a cara de perro, la irresponsabilidad, la procrastinación, la improvisación y el desconocimiento. En fin, que no toca ni posponer la crítica en función de la patria, porque el beneficiado de esa posposición sería el régimen, no la patria, ni, por Dios, “defender a la Presidenta”, que es la persona menos amenazada por el trumpismo y que más bien tiene el deber de defendernos a los ciudadanos.
No se me ofendan, pero así como es normal que el establishment morenista aproveche la coyuntura para tratar de alinearnos a todos, que es lo que hacen todos los gobiernos en situaciones parecidas, celebrarlo desde los medios y el estatus de ciudadano de a pie es o francamente ingenuo, o francamente oportunista. En cualquier caso, es francamente suicida.
@juliopatan09