Durante su primer mandato, Donald Trump nos había mostrado lo peor de su personalidad: grosero, altivo, bravucón y otras lindeces que lo convirtieron en el perfecto canalla de la política reciente. Sin embargo, tenía un problema: no era dueño de “todo el poder” y ese pequeño detalle no le permitía ser todo lo malo que el quería ser.
Para colmo, pierde su reelección ante Joe Biden, quien demostró ser un perfecto tarado, y Donald se tuvo que ir a su retiro forzoso durante cuatro años, su casita de Mar-a-Lago a planificar su regreso. Nadie le creyó que lo podía lograr.
Pero Trump tuvo la suerte -si a eso se le puede llamar así- de que Biden hizo hasta lo imposible para ser peor aún que Jimmy Carter, (que no era nada fácil) y entre que Biden parecía incapaz de gobernar y era realmente imposible siquiera de articular dos frases coherentes seguidas, se lo puso a Trump en bandeja de plata.
Esta vez Donald se aplicó y como sabía que él la tenía ganada -no tenía rival- se dedicó a conquistar todos los demás puestos de la elección del 2024: gobernadores, senadores, representantes, jueces, sólo le faltaron los policías de crucero. El sueño se había cumplido al fin, MAGA, es decir Trump, era finalmente el dueño de la política americana. Al fin podría ser el rey de los malos.
En su discurso de investidura no dejó títere con cabeza: le dio a Biden una enjabonada de órdago, anunció que Panamá venía de regreso, le mandó decir a los canadienses que se olvidarán de Canadá y que él los haría una estrella más de la american flag, a México -en resumen- lo dejo como un nido de narcos y un invasor de inmigrantes, y la cereza del pastel fue que le pensaba poner aranceles a todo el mundo mundial. El delirio de las audiencias no podía ser más grande.
Una vez ya en su trono de la Oficina Oval, rompió el récord mundial de firmas de órdenes ejecutivas, de hecho dudo mucho que sepa realmente lo que firmó.
Para demostrar su fuerza, le montó un numerito al Zelensky, que al final nadie sabe si le va a funcionar el truco, el tema es que el ucraniano no le ha firmado nada aún y ahora para nivelar la balanza Trump decide que es hora de amenazar a Putin.
Con Canadá la cosa se le está poniendo cuesta arriba, pues resulta que a cambio de los aranceles de 25 por ciento que Trump quiere imponer, Canadá le impuso a la electricidad que exporta al norte de EU con un 25 por ciento de aranceles y eso sí arde.
Los chinos que no cantan mal las rancheras a la hora de amenazar -y sobre todo de actuar- ya le dijeron que o le baja dos rayitas a sus gritos o ellos lo van poner más amarillo de lo que ya está.
En el caso de México, llevamos tres meses de no vivir, un día Trump amenaza, al siguiente CSP le llama y un poco como sea -a falta de un canciller capaz- le da gusto en sus exigencias y así la presidenta puede anunciar que por lo pelos, pero que ha conseguido una prórroga. Y así nos va a llevar hasta que alguien le ponga un alto. De momento lo único que está claro es que vamos a una crisis económica de antología.
Pero tanto amenazar para terminar en siempre no, le están pasando una factura -y muy cara- a la economía de EU y eso sí, los americanos no lo perdonan. Trump se empieza a dibujar como un ser errático que puede llevar a su país a una recesión importante y desencadenar un caos en la economía mundial. ¿Y ahora qué hacemos con el súper malo? Esa es la pregunta que todos los republicanos se hacen.
Yo sé que rezar por tipos como Trump es muy complicado, pero si usted sabe, no dude en hacerlo para ver si de milagro se nos serena un poco el inquilino de la Casa Blanca y deja de joder al mundo.
@Pancho_Graue
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