EL CAIRO. Los egipcios acudieron ayer a las urnas con la esperanza de que, por primera vez, su voto sirva para decidir el futuro del país, en unas cruciales elecciones legislativas que se desarrollaron con tranquilidad pese a los temores a un repunte de la violencia.
La incertidumbre de los últimos días, marcados por protestas para exigir la renuncia de la Junta Militar que han dejado más de 40 muertos, no desanimó a los electores, que depositaron sus papeletas con la ilusión propia de los primerizos.
Estos comicios para elegir el Parlamento son los primeros tras la caída del régimen de Hosni Mubarak, en febrero pasado, y se presentan también como los primeros libres en la historia del país, donde la mayoría de sus 80 millones de habitantes no había ejercido nunca su derecho al voto.
Desde primera hora de la mañana, cientos de personas aguardaron con paciencia largas colas, incluso antes de la apertura de los colegios, para no perder su oportunidad de participar en la “fiesta de la democracia”.
“La votación de ayer es muy diferente respecto a la de otros años porque por primera vez votamos de verdad”, aseguró la joven Fatma Faruk, que se cubría el cabello con el “hiyab” (pañuelo islámico) y sufragó por el Partido Libertad y Justicia (PLJ) de los Hermanos Musulmanes, el favorito de los comicios.
De igual manera se expresó Bahat Nagui, que apoya a los liberales Egipcios Libres y que explicó que todos sus conocidos han acudido a las urnas porque ahora votan de “forma democrática”, mientras que antes “el resultado estaba al cien por cien decidido”.
Aunque el ambiente en los colegios, vigilados por la policía y el ejército, era predominantemente pacífico y no se registraron graves problemas de seguridad, la jornada se vio ensombrecida por las infracciones electorales, denunciadas por los partidos políticos y constatadas por varios medios de comunicación. Por ejemplo, éstos últimos observaron a un hombre entregando dinero de forma subrepticia a una persona que acaba de depositar sus papeletas en el colegio Samaya del popular barrio cairota de Bulaq.
El presidente de la Comisión Electoral egipcia, Abdelmoaiz Ibrahim, reconoció irregularidades, entre ellas el reparto de propaganda electoral en los centros de votación, pero aseguró que estas “no afectan al proceso electoral”.
Todo comenzó con la apertura tardía de varios colegios electorales, lo que llevó a la Junta Electoral a extender el horario de votación en los mismos, y continuó con algunas prácticas que recordaron a los comicios de la época de Mubarak, tachados siempre de fraudulentos.
El director de Operaciones del partido Egipcios Libres, el más importante del laico Bloque Egipcio, Walid Daudi, explicó que su formación constató “muchísimas irregularidades”, entre ellas “la compra de votos y la existencia de papeletas falsas”.
Pese a todo, el funcionario Tayeb Ahmed, de 63 años, al igual que muchos otros de sus compatriotas, consideró que “la gente confía en los Hermanos Musulmanes” y quiere ser gobernada por “alguien que diga la verdad”.
Para Ahmed, los egipcios tienen que ejercer su derecho al voto porque “si la gente no participa en las elecciones, no habrá organización ni gobernantes”, según dijo a Efe.
Esta opinión no era compartida por muchos de los acampados en la emblemática plaza Tahrir, epicentro de la revolución egipcia y de las recientes protestas contra la Junta Militar, que se debatían entre la abstención y el voto.
Estas históricas elecciones, que se prolongarán hasta marzo, se celebran en tres vueltas, y a la primera de ellas, que continúa el día de hoy, están llamados a votar más de 17 millones de egipcios en nueve provincias, entre ellas El Cairo y Alejandría.
Pese al complicado proceso electoral, las infracciones y las dudas de algunos sobre la tutela de los dirigentes castrenses, los egipcios votaron hoy con la ilusión y la esperanza de que la transición de este país siga su curso. (Marina Villén, EFE)