WASHINGTON. Desde las alturas al poder se le admira mucho mejor. Al menos cuando se trata de iconos universales.

 

En el encuentro de las calles 16 y K, se ubica uno de los espacios más deseados por las televisoras de todo el mundo. Son las 5:20 de la tarde del lunes y en la parte superior del hotel The Hay Adams, un grupo de camarógrafos y reporteros se mueven emotivamente. A sus espaldas, La Casa Blanca. En ella no se encuentra el presidente Obama pero eso no importa. Lo importante es la rentabilidad que otorga el icono a través de las pantallas.

 

Sin la torre Eiffel, Paris se devaluaría un 89%; la presencia de La Casa Blanca como escenario mediático-electoral, el valor de una transmisión televisiva se incrementa un 999%.

 

Más allá de los 350 dólares (4,500 pesos) que hay que pagar por la habitación más barata, el hotel The Hay Adams tiene el privilegio de encarar a la casa presidencial. Desde las alturas, al poder se le admira mucho mejor, por ende, el hotel tiene un ciclo de vida, en el que cada cuatro años, la oferta supera a la demanda de habitaciones por lo que el precio de los cuartos se dispara 3, 4, 5 o más veces.

 

Al escaparnos de la cifras nos topamos con la realidad. De poco serviría saber que de los 130 millones de potenciales votos, 23 millones serán determinados por ciudadanos de origen latino, si en la avenida Pensilvania no se encontraran, en los despachadores de periódicos, El Tiempo Latino y Washington Hispanic: dos huellas antropológicas con las que se demuestra el paso del homo latinus. Ambos periódicos son gratuitos. El primero de ellos es una publicación de The Washington Post y en él escribe uno de los iconos latinos de las pantallas estadunidenses, Jorge Ramos. En ambos, Romney y Obama tratan se fabricar percepciones seductoras. Los republicanos pagaron una inserción publicitaria con la que dirigen un mensaje a la clase media: “Mitt Romney-Paul Ryan: un plan para fortalecer a la clase media”. Como complemento, en un fotografía aparece Romney saludando a una multitud latina. El mansaje publicitario lo remata la siguiente frase: “Los hispanos no pueden permitir 4 años más”. Pero el elemento subliminal del mensaje se encuentra en la parte inferior del mensaje: “Revivir el sueño americano”. El proceso pavloviano en versión electoral.

 

En el 555 de la calle 12 Northwest se encontrará, quizá en el 2020, el museo Barnes & Noble. Hoy, 5 de noviembre, continúa con vida. En la mesa de novedades permanece su tableta electrónica Nook HD; paradójicamente, ella se encargará de convertir su casa en museo. En la parte superior de la librería se encuentra el complemento perfecto de los libros y revistas: Starbucks; para muchos, el sustituto perfecto del azúcar. Un dulce en la vida económica amarga. Lo que es cierto es que Starbucks es uno de los iconos de la generación transmoderna. Desde la calle, el anuncio de wi-fi gratuito incentiva a los peatones. Insólito, tres, cuatro o cinco periódicos (impresos) gratuitos de calidad, como Politico, pero el wi-fi urbano escasea en la capital de Estados Unidos. ¡Es la economía!

 

En Barnes & Noble se puede charlar sobre política. Sobra decir, que de las conversaciones que sostuvo el que escribe estas líneas, Obama ganaría la elección sin el mayor problema.

 

Es Washington D.C., lugar donde los iconos revelan la existencia de las elecciones de hoy.