El presidente Felipe Calderón declaró la guerra a los narcos en diciembre de 2006 y lanzó a las fuerzas armadas a una batalla contra los cárteles de la droga, y el mandatario Enrique Peña Nieto mantuvo el mismo modelo. El saldo fue una guerra en las calles que dañó a la sociedad.

El presidente Andrés Manuel López Obrador creó el modelo de “abrazos, no balazos” para dejar de perseguir a los narcos y sólo indiciarlos cuando generaban violencia brutal en las calles, pero ese repliegue únicamente fortaleció la capacidad de fuerza y fuego de las bandas delictivas.

A lo largo del sexenio anterior y el arranque del actual, se ha incrementado la violencia en las calles y tiene razón la presidenta Claudia Sheinbaum al acreditar los balazos a luchas entre bandas delictivas que se disputan territorios de control para el delito y las drogas.

La narcoguerra del Estado contra los cárteles ha pasado a ser ahora una narcoguerra entre bandas delictivas, pero con el dato que se mantiene la no intervención directa de la fuerza pública para impedir la disputa territorial. Sin embargo, se acumulan los datos de que la sociedad está aumentando su percepción negativa sobre la seguridad por la falta de decisión pública contra los delincuentes.

El país sólo regresará a la tranquilidad cuando el Estado recupere la soberanía territorial sobre espacios públicos, instituciones y fuerzas locales de seguridad. No habrá tranquilidad en una República mientras no se tengan policías estatales y municipales con controles estrictos, presupuestos para eludir la corrupción delictiva y mayor funcionalidad operativa de las fuerzas federales no sólo para atemperar la lucha en las calles ni para arrestar a mandos medios de los grupos delictivos, sino para imponer la fuerza territorial de la ley por la vía de la capacidad operativa.

Las leyes sobre seguridad en revisión legislativa ponen atención a las policías locales, pero su aprobación está tardando.

 

Zona Zero

  • La acción operativa contra el Cártel del Noroeste por la zona del Golfo y contra el Cártel de la Nueva Familia Michoacana en el Estado de México está mostrando consistencia y por lo tanto exhibe resultados. Pero hay que recordar que acciones inmediatas sólo espantan a los grupos delictivos en tanto que no sean permanentes. El objetivo final debe ser la recuperación para la República del territorio apropiado por la delincuencia criminal.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

seguridadydefensamx@gmail.com

www.seguridadydefensa.mx

@carlosramirezh

Participa en la conversación

1 comentario

  1. Eso ya lo sabemos, además no se trata de percepción de la sociedad con relación a la inseguridad, es la realidad de inseguridad y pérdida de control del gobierno de muchos territorios que sentimos los mexicanos, eso de la percepción es más con una pregunta que se le hizo a la población.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *