A pesar de los servicios de descarga de películas en internet, los mexicanos continúan llenando las salas de cine. La experiencia de estar frente a una inmensa pantalla, disfrutar una película en 4D o incluso un partido de futbol, mientras se degusta un platillo gourmet, hace la diferencia.

 

Acudir a las salas de cine sigue siendo un placer vigente. “No hay nada como ver una película en el cine”, asegura Fernando López, de 22 años, quien acude al cine con su novio cada semana, porque la experiencia en una sala no se compara con verla en televisión o en la computadora.

 

“El cine en cine, el sexo nada virtual, el café con cafeína. A pesar de que ha disminuido la calidad, sigue siendo diferente venir al cine, el sonido, la pantalla es otra cosa”, añade Gerardo Fernández Noroña antes de entrar a disfrutar su película en el cine Lumiere.

 

Ni la oferta para descargar películas gratis, pagar una renta mensual de 100 pesos para disfrutar de todos los videos que quieras, o incluso el DVD han desbancado las películas proyectadas en una pantalla de 4.6 x 8.6 metros en un lugar oscuro.

 

Sin embargo, internet sí modificó la forma de revisar la cartelera y escoger una película. La cadena Cinepolis refiere que 85% de sus clientes consulta la cartelera y los horarios en su computadora y 15% restante lo revisa en el periódico u otros sitios.

 

 

 

“Elegimos la película por lo que hemos escuchado que se estrena o lo revisamos en internet y allí mismo checamos los horarios. ¿La cartelera en el periódico? Ya nadie lee el periódico”, afirma Armando Villa de 26 años.

 

Armando Arredondo, de 61 años, ni siquiera usa la computadora. En la app que descargó a su teléfono celular revisa los horarios y decide el que más le convenga; sólo si es muy lento el internet, abre el periódico y revisa la sala a la que asistirá, pero eso sucede “muy de vez en cuando”.

 

 

 

 

Incluso, internet y las opiniones influyen en la elección de la película. Rodolfo Jiménez consulta el portal “Tiempo Libre” de Conaculta, que hace recomendaciones. “Nos dice si es mala o buena, y la verdad nos ha funcionado, le atinan a la crítica la mayoría de las veces”, expresa.

 

Pero no importan las facilidades que da internet, sólo 13.5% de los 205 millones de boletos vendidos en 2011 fueron comprados por internet, teléfono y las aplicaciones de celular, de acuerdo con la cadena Cinépolis. La gente todavía prefiere comprar sus boletos en las taquillas.

 

Creo que lo valgo

 

Si bien la mayoría de los entrevistados dijo ir al cine por lo menos una vez a la semana, consideran que el cine es un lujo por el precio de los boletos y la dulcería. En promedio, una salida en pareja cuesta 250 pesos y en familia puede dispararse hasta 400 o 500 pesos.

 

“Definitivamente no es accesible, nosotros gastamos 300 pesos cada vez que venimos y somos dos”, dijo Erika García.

 

Gerardo Fernández Noroña recordó que una gran parte de la población gana 60 pesos diarios y el boleto de cine llega a costar hasta 100 pesos, por lo que es poco probable que la mayoría asista a una sala.

 

Datos del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), indican que en 1990 se vendieron 197 millones de entradas a un costo de tres pesos con 50 centavos; ahora el costo promedio es de 48 pesos y el año pasado la venta llegó a 205 millones de boletos.

Hace 20 años con un salario mínimo (11 pesos) se compraban dos boletos, en la actualidad, con un sueldo diario de 60 pesos sólo se compra una entrada.

 

Ante los precios, la gente acude con más frecuencia los miércoles. Aunque ya no existe el famoso 2×1, los boletos cuestan hasta 20 pesos más baratos que el resto de la semana o los fines de semana, cuando el precio aumenta esos mismos 20 pesos.

 

Aunque es más caro ir al cine, el número de asistentes va en aumento y las películas nacionales y extranjeros siguen llegando a las pantallas del país que es el quinto lugar con más asistentes al cine en el mundo.

 

 

 

 

 

¡Cácaro!

 

Los gustos son diversos. Los jóvenes prefieren los estrenos, las comedias, las películas de acción y las infantiles de animación. A los más maduros les gusta el cine de arte, sólo de vez en cuando ven una “palomera”.

 

“Sólo vengo al cine cada que hay una película que me gusta, está interesante o son muy buenas películas. Me gustan las películas de arte, pero hoy hay una que me dicen que esta buena que es la del 007 y vamos a ver si es cierto”, asegura Armando Arredondo.

 

Un estudio realizado por la CEPAL en 2010, señala que la mayoría ve películas con grandes inversiones en mercadotecnia; las películas independientes, de arte o documentales son vistas por pequeños grupos.

 

Éstas últimas sólo tienen cabida en algunos cines, como el Cinema Lumiere, la Cineteca Nacional y la recién desaparecida Casa de Arte en Polanco, a donde acuden los asiduos a películas más selectas. La mayoría de las cinco mil 172 salas en el país exhiben filmes extranjeros comerciales, algunas películas mexicanas y sólo una o dos consideradas de arte.

 

Las viejas salas de exhibición de hasta mil butacas de madera, donde la gente se sentaba en el pasillo si no alcanzaba lugar y en las que había que hacer enormes filas cambiaron completamente en menos de 15 años, pero la gente no las extraña.

 

Las grandes cadenas las transformaron en 10 salas más pequeñas, con asientos suaves y grandes; sonido envolvente; una dulcería que ofrece algo más que palomitas; ampliación de los horarios; y número limitado de boletos.

 

“En cuestión de servicios ha mejorado mucho, es más ordenado y más cómodo, las salas eran muy grandes, pero los asientos eran incómodos y no eran numerados. Bueno lo único que no cambia son las filas enormes antes de entrar a un estreno”, recuerda Daniela Echegaray.

 

Para evitar esto, las cadenas están implementando servicios como numerar los asientos y permitir que el cliente elija sus favoritos, como en un concierto, y entrar en el momento en que llegues al lugar.

 

También ofrecen salas VIP, en las que puedes comer sushi o disfrutar una cerveza sentado en un reclinable de piel mientras ves tu película, o verlas en tercera dimensión y sentir que puedes tocar a los personajes. Eso sí, todo por un precio más alto.

 

En los cines también transmiten partidos de futbol americano, soccer, basquetbol, lucha libre o conciertos, que han tenido éxito entre los fanáticos deportivos, porque “no se ve ni se escucha igual”, dice Isaac Ortiz.

 

Sin embargo, los asistentes añoran la permanencia voluntaria, el intermedio para ir al baño o comprar palomitas y helado, las matinés para los niños, los boletos de papel que se coleccionaban y el bajo precio, con el que podía ir toda la familia.

 

 

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