La renuncia del director de la CIA, David Patreaus, dada a conocer el pasado viernes, después de que este admitiera haber sostenido una relación extramarital con su biógrafa,  Paula Broadwell, se ha complicado conforme pasan los días.

 

El affair se descubrió cuando una mujer, identificada posteriormente como Jill Kelley, amiga de la familia Petraeus, denunció a un amigo del FBI que había recibido correos electrónicos anónimos amenazantes, que se descubrió que provenían de Broadwell.

 

Mientras el FBI seguía la pista a las amenazas descubrió la relación con Petraeus que investigó ante el temor de que pudiera representar un problema de seguridad.

 

El caso se complicó más cuando el Pentágono informó de que se está investigando al general John Allen por supuestas “comunicaciones inapropiadas” con Kelley, con quien mantuvo una vasta correspondencia vía email.

 

Aquí te presentamos quienes son los involucrados en este escándalo que pone en vilo a la estructura de seguridad nacional del gobierno del presidente Barack Obama.

 

El general David Petraeus

 

Foto. AP

 

General de cuatro estrellas retirado, el más laureado de los tiempos recientes, con amplio conocimiento de Irak y Afganistán, asumió su cargo al frente de la CIA en septiembre de 2011 en sustitución del actual secretario de Defensa, Leon Panetta.

 

Petraeus fue el artífice de la estrategia en Irak que contribuyó al descenso de los niveles de violencia en el país árabe después de que el entonces presidente George W. Bush (2001-2009) lo nombrara máximo responsable militar estadounidense de la Fuerza Multinacional en enero de 2007, cargo que ocupó hasta septiembre de 2008.

 

Casado con su esposa Holly desde 1974, y padre de dos hijos, Stephen y Ann, Petraeus, de 60 años, admitió en una entrevista con el FBI haber tenido una relación con Broadwell y renunció a su cargo como jefe de la CIA el 9 de noviembre, tres días después de la elección presidencial.

 

 

Paula Broadwell

 

Foto. AP

 

Graduada de la academia militar de West Point, al igual que Petraeus, conoció al general hace seis años cuando estudiaba en la Kennedy School de Harvard para obtener su doctorado. Es la autora de la biografía de Petraeus.

 

Vive en Charlotte, Carolina del Norte, con su esposo médico y sus dos hijos y por el momento, Broadwell, de 40 años, no ha realizado comentarios públicos, y ha contratado al abogado Robert Muse, de Washington, para que la represente.

 

 

Jill Kelley

 

 Foto. AP

 

Vive en Tampa, Florida, junto a su familia, donde se dedicaba a la organización de eventos sociales para los militares y sus familias destinadas en la Base Aérea MacDill.

 

Recibió correos electrónicos anónimos amenazadores, que luego se descubrió que venían de Broadwell, sobre su amistad con Petraeus y los denunció ante la oficina del FBI de Tampa. Esta investigación reveló el affaire amoroso entre Petraeus y Broadwell.

 

Kelley, de 37 años, y su marido, Scott, emitieron el domingo un comunicado en el que afirman que habían sido amigos de la familia del general Petraeus por más de cinco años y pidieron que se respetara su privacidad.

 

La familia ha contratado a un abogado en Washington, Abbe Lowell, y a una gestora de crisis, Judy Smith, quien representó en el pasado a la becaria Monica Lewinsky.

 

 

John Allen

 

Foto. AP

 

General de cuatro estrellas del cuerpo de Infantería de Marina, de 58 años de edad. Asumió en julio de 2011 el mando de las fuerzas de Estados Unidos y de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán, como sucesor de Petraeus. El presidente Barack Obama había aceptado la recomendación del jefe del Pentágono que proponía a Allen como comandante supremo aliado para la OTAN.

 

El FBI ha descubierto 30 mil páginas de correos electrónicos con Kelley, algunos de los cuales han sido calificados de “inapropiados”, según recoge la prensa estadounidense, aunque no se ha especificado su contenido.

 

 

El agente anónimo del FBI

 

Se desconoce su identidad. Es amigo de Kelley y el agente que comenzó el caso. Fue apartado de la investigación por la preocupación de sus superiores de que se estaba implicando personalmente, después de descubrir que había enviado fotos suyas con el torso desnudo a Kelley.

 

El agente se puso entonces en contacto con el congresista del estado de Washington David Reichert porque creía que el affair iba a ser silenciado.