El nombramiento del opinólogo Genaro Fausto Lozano Valencia como el próximo embajador de México en Italia ya está hecho. A la oposición no le queda más remedio que tragar sapos. ¡Y punto! Sin embargo, la coyuntura obliga cuestionarle varias cosas al canciller Juan Ramón de la Fuente Ramírez, quien a su vez también es la cabeza principal del servicio exterior mexicano el cual, por cierto, ha llegado a un nivel de abaratamiento ignominioso.
Por principio de cuentas, doctor De la Fuente, en el entendido de que es facultad del titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) reclutar y proponer a los mejores perfiles para representarnos a lo largo y ancho de todo el planeta en embajadas y consulados: ¿Cuál fue el criterio que utilizó para elegir a Lozano Valencia como embajador? ¿Tiene los estudios, la preparación, la especialización, la experiencia y el roce internacional para una misión tan sensible o simplemente aplicó la máxima obradorista del “10 por ciento de capacidad-90 por ciento de lealtad”? Porque de ser así, entonces eso lo explica todo.
El currículum académico y profesional de Genaro Lozano no es malo. Todo lo contrario: Es egresado del ITAM y ha sido profesor en la Ibero (ambas instituciones educativas privadas, de esas que tanto odia el expresidente Obrador); también presume cierto recorrido dentro del activismo (fue parte del movimiento #YoSoy132) y como comunicador es totalmente made in Televisa. Sin embargo, no hay absolutamente nada en su expediente que lo vincule en temas diplomáticos y/o de relaciones internacionales. Y, por eso mismo, creemos que es válido preguntarle al doctor De la Fuente sobre los méritos de este personaje para convertirlo en el representante de México ante Italia, Albania, Malta y San Marino.
Este cuestionamiento al canciller es totalmente válido y justificado en razón de que, no hace mucho, cuando todavía no eran gobierno, los miembros de la 4T condenaban y criticaban (con toda razón) a los panistas y a los priistas por utilizar las embajadas y los consulados mexicanos para premiar a amigos y aplaudidores. O sea, el típico “sistema de cuates y cuotas” que juraban y perjuraban combatirían y desaparecerían apenas llegaran al poder.
Pero no fue así…
México se está retrasando y rezagando en el ámbito internacional debido a que, entre otros factores de peso, el Gobierno ha despreciado y desestimado la importancia de la diplomacia. Las naciones mejor posicionadas del planeta le deben mucho de su status a cancillerías, embajadas y consulados quirúrgicamente conformados y, a fuerza de ser sinceros, no se ve que México pueda llegar muy lejos con personajes como Omar Fayad, Quirino Ordaz, Carlos Joaquín, Isabel Arvide, Alejandro Bichir y ahora con Genaro Lozano.
Se supondría que el canciller debería llevar mano cuando se trata de conformar a la plantilla de embajadores y cónsules. Él es la cabeza principal del servicio exterior. Pero su silencio sepulcral en torno a este tipo de decisiones es demostrativo de que no es así, de que él no manda y de que a él no lo consultan. Y respecto a esta decisión, todo indica que ni siquiera lo tomaron en cuenta (es la hora en que no tenemos un comunicado oficial de SRE). Y eso podría traer graves consecuencias cuando México tenga que afrontar un conflicto diplomático que requerirá de oficio y hechuras que ninguno posee (incluido Lozano).
Y bajo este contexto, lo de menos es que tengamos otro florero.
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