Edgar J. Hoover –el creador del FBI- les dijo a varios de sus estrechos colaboradores que permanecía soltero porque temía que “una mujer inadecuada fuera su ruina”. Así lo narra el premio Pulitzer Tim Weiner en su libro Enemies: A History of the FBI (Enemigos: Una historia del FBI).
Las pasiones no forman parte de la arquitectura de la razón; su fuerza vital puede destruir cualquier tipo de construcción cartesiana. La frialdad del profesional culmina con la calidez en el despertar de los sentimientos.
El general laureado David Petraeus, conoció a profundidad la biografía del artífice del moderno Estado vigilante, Hoover. Supo que las zonas migratorias de los aeropuertos estadunidenses contemporáneos no son otro modelo de radiografía contra criminales, que los que maquinó Hoover. Otra época, otra tecnología pero la misma visión de Hoover de manera contemporizada. Es decir, cada byte de datos biográficos y biométricos, y cada huella que se almacenan en el banco de datos más grande del mundo, también forman parte de la visión de Hoover.
El creador del FBI fue el artífice de misiones secretas que resultaban casi inconcebibles en su época, espiando directamente a los líderes de la Unión Soviética y de China en los días más tenebrosos de la Guerra Fría.
Amor por email
David Petraeus abría su Gmail para comunicarse con su biógrafa y amante Paula Broadwell. Para evitar que sus mensajes fueraninterceptados después de oprimir el campo “enviar”, le comentó a Paula que lo mejor sería dejar los escritos en el campo dedicado a “borradores”. El único requisito técnico fue que ambos debían de compartir la misma cuenta, es decir, claves y contraseñas.
FOTO: Paula Broadwell. AP.
El entonces director de la CIA nunca se imaginó que los celos de su amante se encargarían de llevar el caso a las manos del FBI. Fue en ese momento cuando David Petraeus, probablemente, rebobinó la historia que lo llevó a Hoover. Para ello, su memoria tuvo que haber hecho varias escalas: general de cuatro estrellas que llegó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) sustituyendo en el cargo a Leon Panetta el 28 de abril de 2011. Atrás habían quedado las diferencias ideológicas que había manifestado el general conservador sobre Barack Obama. Durante casi 40 años Petraeus estuvo en las fuerzas armadas.
Petraeus recibió la orden del entonces presidente George W. Bush, de encabezar a la fuerza multinacional en Irak y Afganistán. A pesar de la enorme vulnerabilidad de las zonas, a Petraeus se le atribuye la articulación de una estrategia que ayudó a disminuir los niveles de violencia en Irak. El cargo lo ocupó hasta el 2008.
Finalmente, la memoria de Petraeus se instalaría en los tiempos de Hoover, en particular en la razón que esgrimió para vivir en la soltería.
“La Constitución nunca ha sido un obstáculo para ningún presidente en tiempos de guerra”; la frase la escribió el fiscal general de Franklin D. Roosevelt y, al parecer, presidentes como George W. Bush y el propio Obama (con el caso de los ataques a través de los drones o de la propia operación que mató a Osama Bin Laden) la han implementado en sus gobiernos. En el primer caso, cuando el presidente Bush firmó al Acta Patriota, asimiló que la guerra le permitía, inclusive, violar derechos humanos. Los tortuosos operativos de seguridad en los aeropuertos llevaron, a miles de viajeros, a cuestionar la pérdida de la libertad en beneficio de la seguridad. Esa es precisamente la función del FBI, velar la Constitución cuyo basamento es la libertad. Conseguir la libertad pensando que el fin justifica a los medios. Al menos, eso es lo que sostiene el propio organismo.
Celos por email
Por ello, el agente de la FBI, Frederick W. Humphries, asistió a su amiga Jill Kelley, la organizadora de eventos sociales para militares y sus familias destinadas en la base aérea MacDill, en Tampa Florida. Jill acusó a la amante de Petraeus de enviarle correos intimidatorios, exigiéndole que se distanciara del general. Así fue como sonaron las alarmas en el FBI.
FOTO: Jill Kelley. AP.
El periódico The New York Times asegura que Humphries tuvo que ser separado de la investigación debido a una peligrosa obsesión sobre el caso. Quizá ese sentimiento lo llevó a filtrar el caso a políticos republicanos para asegurarse que el episodio no fuera a ser archivado.
Un leve ingrediente de obsesión suele aparecer entre los biógrafos a la hora de dedicar parte de su tiempo al conocer la vida de los otros. Paula Broadwell escribió en la biografía del general, entre otras ideas, lo que para Petraeus es el liderazgo:
- Liderar con el ejemplo. Si estás orgulloso de tu actuación, también lo estarán tus tropas.
- El líder ha de determinar cuándo se puede hacer una excepción a la regla.
- Desarrolla la autoestima de cada miembro de tu equipo para que, en cualquier momento, pueda ser el más importante de la batalla.
A Paula Broadwell no le faltaba autoestima. Quienes la conocen la describen como una súper mujer, en lo intelectual y en lo físico. Siempre fue una estudiante distinguida en West Point y Harvard. Practicó el básquet y el violín. Su especialidad son los triatlones.
La caída de Petraeus no se debe a la metralla moral, aquella que embistió al presidente Clinton, aunque Edgar Hoover, el hombre cuya arma siempre fue la inteligencia secreta, explicaría que la fuga de información por parte de un presidente es toral para desestabilizar a Estados Unidos.
En el caso de Mónica Lewinski, al pasar de los años, se puede aplicar aquella frase con la que Bill Clinton calificó el entramado legal en contra suya: “juicio estalinista”.
Paula Broadwell se presentó en la Universidad de Denver el mes pasado. A los presentes, aseguró que la turba libia que mató al embajador de EU en Bengasi, iba en búsqueda de prisioneros libios. Información que permanecía en la secrecía.
Margarett Fennell, sobrina de Hoover, fue de las pocas confidentes de su tío. De él, dijo que “a veces he pensado que él realmente, no sé cómo decirlo, tenía miedo a involucrarse demasiado personalmente con la gente”. La frase la recoge Tim Weiner en su libro Enemies y él mismo complementa las palabras de Fennell: “Si alguna vez expresó amor más allá de su devoción a Dios y a la patria, no hubo testigos de ello”.
FOTO: Petraeus junto a su esposa Holly. EFE.
Petraeus dice que no compartió documentos con Broadwell
WASHINGTON. El ex director de la CIA, el general retirado David Petraeus, afirmó en declaraciones a la cadena HNL que no compartió documentos clasificados con su amante y biógrafa, Paula Broadwell, en sus primeras declaraciones públicas desde que dimitió de su cargo la semana pasada tras la revelación de su relación extramarital.
Petraeus testificará hoy ante el Congreso de EU sobre el ataque al consulado en Bengasi (Libia), en los Comités de Inteligencia de ambas Cámaras del Congreso sobre el ataque del pasado 11 de septiembre en el que murio el embajador, Chris Stevens.
El tema de las audiencia será Bengasi pero puede que salga el asunto del romance de Petraeus con Broadwell, quien podría haber tenido acceso a información clasificada sobre el ataque.
En un discurso en la Universidad de Denver en octubre, Broadwell comentó que el ataque al consulado fue obra de un grupo de libios que intentaba rescatar a prisioneros de guerra en un edificio anexo de la CIA y sugirió que Petraeus manejaba esa información, algo que la CIA ha rechazado.
Según reveló ayer The Wall Street Journal, Petraeus quería publicar la cronología de los acontecimientos para contrarrestar las críticas contra la CIA, algo a lo que se opuso el Pentágono. EFE