El coreógrafo belga Wim Vandekeybus regresa a la Ciudad de México con VOID (Vacío), una pieza que se instala en la frontera entre la danza, el teatro y la exploración sonora.
La obra se presentará el 29 y 30 de septiembre en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, un escenario que se convierte en territorio de cuerpos en tránsito, que resisten y se exponen desde la diferencia. Con un elenco internacional de seis bailarines provenientes de Bélgica, Italia, Alemania, Francia, Suecia y Hong Kong, la propuesta despliega un lenguaje físico que va más allá de la técnica para adentrarse en lo visceral: lo que duele, lo que se calla y lo que la sociedad aparta de su mirada.
También te puede interesar: 'Asalto al Carnaval' busca empoderar jóvenes
VOID: la danza del vacío en México

En VOID, Vandekeybus reflexiona sobre la individualidad y sobre esos seres que habitan en los márgenes, a menudo etiquetados como “anormales”.
El vacío no se representa aquí como ausencia, sino como un espacio fértil para la imaginación, un lugar donde las reglas sociales pierden fuerza y la vulnerabilidad se convierte en potencia. La obra explora qué sucede cuando se fractura la noción de normalidad y se abre la posibilidad de habitar la diferencia sin miedo, de aceptar la soledad como un estado creativo, y de escuchar el silencio como una forma de discurso.
La música original de Arthur Brouns acompaña los movimientos con contrastes sonoros: ritmos pulsantes, pausas que tensan el aire y sonidos que parecen brotar desde lo profundo del escenario.
También te puede interesar: Angelina Jolie y el cine latino brillan en San Sebastián
Más allá de su riqueza artística, la llegada de VOID a CDMX implica un diálogo con el público local. En una ciudad donde lo diverso y lo heterogéneo conviven a diario, la obra resuena como un espejo incómodo que invita a preguntarnos cuánto de nuestra identidad está condicionada por las expectativas que la sociedad tiene de nosotros. Vandekeybus, reconocido por desafiar límites desde los años ochenta, propone aquí un viaje escénico que no busca respuestas fáciles, sino preguntas que permanezcan en el espectador.