La economía de Estados Unidos sorprendió a los mercados al registrar un crecimiento anualizado del PIB en 3.8% en el segundo trimestre del año, de acuerdo con la segunda revisión oficial del Departamento de Comercio.
La cifra superó ampliamente las proyecciones iniciales de 3% y el ajuste posterior a 3.3%, lo que refleja la fortaleza del gasto de los consumidores y un mayor dinamismo interno.
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El repunte del PIB se explica principalmente por un consumo privado más sólido de lo previsto, factor que representa cerca de dos tercios de la actividad económica de Estados Unidos. A este motor se sumó una reducción en las importaciones, que al restarse del cálculo del PIB, generaron un efecto positivo en el balance trimestral.
La revisión sorprendió a analistas e inversionistas, quienes no anticipaban una nueva corrección al alza en el dato. En contraste, el comportamiento del primer trimestre fue ajustado a la baja, con una contracción de 0.6%, frente a la caída de 0.5% estimada inicialmente.
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Este desempeño confirma la resiliencia de la economía estadounidense en medio de un entorno internacional marcado por tensiones comerciales y políticas monetarias restrictivas. El consumo interno se mantiene como ancla del crecimiento, aunque persisten riesgos ligados a la desaceleración global y a la política comercial de la administración Trump.