Marcelo Ebrard tiene nueva encomienda.
Tareas adicionales a las ordinarias como secretario de Comercio, la defensa de México contra los aranceles ordenados por Donald Trump y la aplicación de otros a países no afines.
Es una labor de filigrana: separar la renegociación del T-MEC, el tratado entre México, Estados Unidos y Canadá de toda relación con tareas de combate al crimen organizado.
Porque hasta hoy se han contaminado ambas cosas.
Las amenazas comenzaron desde marzo pasado, cuando el presidente estadunidense anunció 30 por ciento a las exportaciones mexicanas hacia su territorio.
El pretexto fue, según dijo el magnate, la nula o escasa colaboración en el combate a la migración y a los cárteles en general, en especial para detener el flujo de fentanilo hacia el norte.
Entonces Ebrard acudió presuroso a Washington y contuvo parcialmente la aplicación de esos impuestos, aunque se dejaron otros como los determinados para acero y aluminio.
Luego siguieron otras acciones a productos agrícolas, al ganado por la plaga de gusano barrenador detectada en el sur y el sureste mexicanos, recién detectada en el norte.
CANADÁ COMO SOCIO
Algunos beneficios se alcanzan con cesiones.
Uno de ellos, en consonancia con Estados Unidos, es aplicar cargas arancelarias mayores -hasta de 50 por ciento en el caso de los automóviles- a China y otros países asiáticos en distintos productos.
Marcelo Ebrard, quien con razón presume las puertas abiertas del gobierno en Washington, deberá encontrar caminos distintos a los del Gabinete de Seguridad, donde Omar García Harfuch es mano.
Hasta ahora el principal obstáculo se ha sentido de Estados Unidos con Donald Trump, pero en la renegociación entre Canadá y apenas avanzan los contactos con el primer ministro Mark Carney.
Antes hubo lejanía con Justin Trudeau, quien para congraciarse con Donald Trump tomó medidas paralelas, entre ellas declarar terroristas a los cárteles mexicanos.
ESAS PAUSAS DE AMLO
1.- El trato se ha redireccionado.
La relación diplomática se pausó -Andrés Manuel López Obrador dixit- por su desinterés en mantener contacto con otros gobiernos bajo el principio de “la mejor política externa es la interna”.
En 2019, México mandó de embajador a Juan Ignacio Gómez, pero durante la pandemia del Covid optó por atender sus labores académicas y renunció en 2022.
En 2023 llegó a Ottawa Carlos Joaquín González con la tarea de reconstruir la relación cual dos socios comerciales tanto en lo bilateral como miembros del T-MEC.
Con ese esfuerzo y la llegada de Mark Carney al poder fue posible encauzar proyectos de inversión y sellar la alianza la semana pasada durante la visita del primer ministro canadiense a México.
Los acuerdos pueden ir a más y sobre todo deshacerse de los señalamientos de Canadá a México como culpable del narcotráfico y de no combatir la violencia de las bandas productoras de fentanilo.
Tarea de todo un gobierno, pero hoy encomendada a Marcelo Ebrard.
Y 2.- a la vez el secretario de Economía debe apagar fuegos internos.
Uno de ellos es la molestia de los embotelladores tras la asistencia de Marcelo Ebrard a la firma del convenio para crear un polo de desarrollo económico en Huamantla, Tlaxcala.
Les generó confianza y, a los pocos días, se sintieron agraviados porque aumentaron las tasas impositivas a los refrescos y otros de sus productos considerados dañinos por el Gobierno.