En prácticamente toda América Latina, la palabra “automatización” dejó de sonar a futuro lejano, quedando presente y fuertemente afianzada tanto en procesos industriales de fábricas repartidas por todo el territorio latinoamericano, como en hospitales, bancos y hasta en pequeños comercios que apenas comienzan a digitalizarse.
Los empresarios de las diferentes regiones que componen esta extensa parte del mundo, entienden que ya no basta con trabajar más horas, que se trata de trabajar mejor y, si es posible, menos. En este sentido se debe entender el objetivo de la automatización de procesos, una estrategia que permite ahorrar tiempo mientras se reducen errores y libera a las personas de tareas repetitivas para que puedan concentrarse en lo mejor saben hacer (pensar, crear y tomar decisiones).
La presión que las empresas de todos los tamaños están soportando por adaptarse a consumidores más exigentes y a mercados cada vez más competitivos las empuja a dar este salto evolutivo. En un continente marcado por contrastes, sectores altamente digitalizados conviven con negocios que todavía operan en papel, y la automatización se perfila como una palanca potencialmente eficaz para acelerar el desarrollo económico.
Inteligencia artificial como cerebro de la transformación
Hasta hace poco, la automatización consistía en robots de software que seguían instrucciones paso a paso. Hoy, con la inteligencia artificial, la historia es otra, los sistemas obedecen, aprenden y se adaptan. Eso significa que pueden tomar decisiones en tiempo real, algo impensable hace apenas una década.
Esta interacción de los algoritmos se aprecia con claridad en los bancos de la región capaces de detectar fraudes en segundos, plataformas que aprueban créditos en minutos, asistentes virtuales que atienden a miles de clientes de forma simultánea, con menos errores, procesos más ágiles y, por lo tanto, usuarios más satisfechos.
Sectores que ya viven la automatización
La manufactura está dando pasos firmes hacia lo que se conoce como Industria 4.0. Robots colaborativos en plantas, sensores que anticipan fallas y software que organiza cadenas de producción. El objetivo es, como cabe suponer, aumentar en la producción mientras se requieren menos recursos y hacerlo, además, con mayor flexibilidad para un mejor y más rápido ajuste a las demandas del mercado.
En el campo de la salud, hospitales y clínicas comienzan a apoyarse en herramientas que automatizan desde la programación de citas hasta la gestión de inventarios de medicamentos, ahorrando dinero y mejorando la atención a los pacientes, quienes perciben servicios más rápidos y ordenados.
El comercio electrónico actúa en todos los departamentos, desde la administración de inventarios hasta el servicio postventa, aumentando el número de procesos que se dejan en manos de sistemas automáticos para responder a un consumidor que no quiere esperar.
Barreras que aún frenan el avance
En muchos lugares todavía existe el miedo de que la automatización quite empleos. La realidad, sin embargo, muestra lo contrario, y es que, cuando las tareas repetitivas pasan a manos de las máquinas, se abren nuevas oportunidades en áreas de análisis de datos, innovación y supervisión tecnológica.
También está el tema regulatorio, un campo que en América Latina avanza de manera desigual. Países como Brasil o México ya discuten marcos específicos para regular la inteligencia artificial, mientras otros apenas comienzan a pensar en políticas digitales. Esta falta de homogeneidad puede frenar proyectos de mayor alcance regional.
La Pyme como protagonista silenciosa
Más allá de los gigantes corporativos, el verdadero motor de la economía latinoamericana es la Pyme, representando más del 90% del tejido empresarial y generando millones de empleos. La automatización ya no es exclusiva de las grandes ligas gracias a plataformas en la nube y herramientas de bajo costo que están acercando estas soluciones a pequeños y medianos negocios.
Para la pequeña y mediana empresa, automatizar procesos significa elegir entre sobrevivir o desaparecer en tiempos de crisis. Desde manejar la contabilidad hasta dar seguimiento a clientes, el acceso a estas tecnologías les permite competir de tú a tú con empresas mucho más grandes.
Lo que viene en el futuro cercano
Se espera que, en los próximos años, la automatización llegue a expandirse más allá de las fábricas o los bancos. El sector agroalimentario es un objetivo que empieza a mostrar sus cartas con drones que supervisan cultivos, sensores que miden el uso de agua y fertilizantes, y software que predice el mejor momento para cosechar. Actividades que van a mejorar la productividad y abre la puerta a prácticas más sostenibles.
Otro punto clave será la llegada del 5G. La nueva conectividad permitirá que miles de dispositivos se comuniquen en tiempo real, potenciando el uso de big data y la inteligencia artificial. La combinación de estas tecnologías transformará la manera en que operan las empresas y cómo se diseñan los procesos.
La automatización en América Latina es un camino en marcha. Lo que definirá su impacto más que la tecnología en sí, será la capacidad de empresas, gobiernos y ciudadanos para adoptarla con visión de futuro.
El reto consistirá en superar la resistencia cultural, generar regulaciones adecuadas y garantizar que el acceso no se limite a unos pocos, pero también es, al mismo tiempo, una oportunidad enorme. La región tiene talento, creatividad y necesidad de avanzar. El futuro será, sin duda, automatizado.