Muchos pensamos que mientras más espuma haga un detergente, más limpio quedará todo. Sin embargo, esto es un mito, ya que la cantidad de espuma no refleja la eficacia de limpieza y esto es lo que dice la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
También te puede interesar:Cuidado con lo que lavas: Así afecta el agua con detergente al medio ambiente
Lo que realmente elimina la grasa y la suciedad son los tensoactivos, sustancias químicas que permiten disolver aceites y residuos sólidos en agua. La espuma es solo un efecto visual, y no garantiza que un producto sea más eficiente.
En la Revista del Consumidor del mes de octubre, se realizó un estudio a jabones en polvo y detergentes líquidos.
¿Qué son los tensoactivos que contiene el jabón?
Los productos de limpieza tienen miles de años de historia, hace más de cuatro mil años, en Mesopotamia, se elaboraban mezclas de aceites hervidos con potasio, resinas y sal para fabricar un tipo primitivo de jabón.
En México, alrededor de 1575, se construyó una de las primeras fábricas de jabón, usando tequesquite y plantas locales. Con el tiempo, la industria desarrolló detergentes modernos que se presentan en líquido, polvo, gel, pasta, barra o pastilla. Su poder de limpieza depende de los tensoactivos, no de la espuma que producen.
Entre los tensoactivos más comunes se encuentran el lauril sulfato de sodio, el lauril éter sulfato de sodio y los alquilbencenosulfonatos. Estos compuestos permiten separar la grasa de la superficie y mantenerla suspendida en el agua hasta que se enjuaga. Gracias a ellos, los detergentes limpian incluso cuando la espuma es mínima.

Sin embargo, los detergentes también tienen un impacto ambiental que no siempre consideramos. Cuando se enjuagan, los químicos y fosfatos llegan a ríos, lagos y mares, provocando un exceso de nutrientes que favorece el crecimiento desmedido de algas.
Esto bloquea la luz, impide la fotosíntesis y reduce el oxígeno disponible para peces, moluscos y otros organismos acuáticos. Además, se incrementa la proliferación de algas tóxicas y bacterias, lo que representa un riesgo para la fauna y las personas.
Detergentes sin químicos
Ante esta situación, cada vez más consumidores buscan detergentes biodegradables, veganos y con envases rellenables o reciclables. Estas alternativas reemplazan los fosfatos por tensoactivos biodegradables, como el dodecilbenceno sulfonato de sodio, que limpian de manera eficaz sin dañar los cuerpos de agua. Además, etiquetas como “sin fosfatos”, “ecológico” o “hipoalergénico” ayudan a identificar productos más responsables con el medio ambiente.
La lección es clara: la espuma no determina la limpieza. Un detergente que hace poca espuma puede limpiar igual o incluso mejor que uno que genera grandes burbujas. Lo importante es fijarse en los ingredientes y elegir productos que sean efectivos y sostenibles.
También te puede interesar: Nunca combine estos químicos con cloro
Cada decisión que tomamos al lavar ropa o platos puede contribuir a cuidar el agua y proteger los ecosistemas sin sacrificar la eficacia de limpieza.