En días recientes fue presentada una iniciativa de reformas legales a la Administración Pública Federal. La iniciativa forma parte de la reestructuración que realizará el nuevo presidente, Enrique Peña Nieto. Me centraré en concreto en la posible creación de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SDATU), que sustituirá a la Secretaría de la Reforma Agraria y atraerá las funciones de Desarrollo Urbano hoy en manos de Sedesol.

 

Desde que tengo uso de razón, la Secretaría de la Reforma Agraria está desapareciendo, la parte más valiosa de ella es quizá el Registro Agrario Nacional. Es una secretaría que sólo sirve para cuestiones territoriales en el campo y los suelos de recién urbanización, pues en cualquier otra materia tendría redundancia con el resto de las secretarías.

 

Para cuando termine el gobierno de Peña Nieto, en 2018, la mitad de la población del país vivirá

en ciudades de más de un millón de habitantes; ya en el conteo de población de 2005 se reportaba un 56% de la población viviendo en zonas metropolitanas. Resulta, por tanto dispar que mientras el campo tenga dos secretarías que lo atiendan (SAGARPA y SRA), las ciudades sólo tengan una subsecretaría bajo SEDESOL. Evidentemente en el campo hay más pobreza, pero no pido que se le quite atención al campo, sino que se le dé mayor atención a las ciudades.

 

¿Requieren los temas urbanos estar mezclados con políticas territoriales en el campo? En los últimos años se ha destacado la falta de visión en el desarrollo de las ciudades: éstas se expanden abandonando sus centros, se especula con la tierra periférica, se construye vivienda mas no barrio, se incrementan los autos y los kilómetros viajados por cada auto, disminuye el número de pasajeros por kilómetro en el transporte público y con esto la posibilidad de capitalizar al sector y de hacer servicios masivos exitosos.

 

Preocupa, por tanto, la visión con la que el desarrollo agrario, territorial y urbano se unifican en una institución. Recordaré las palabras de Jaime Lerner, gran promotor de las políticas urbanas en Brasil, Las ciudades no son el problema, sino la solución.

 

Urge que lo urbano tenga una política clara desde el gobierno central, una política que no invada los ámbitos de la autonomía estatal y del municipio libre, pero que sí fije rutas y financiamiento, dé herramientas para la toma de decisiones local; capacite, fomente y transforme la vida de tres cuartas partes de la población que ya viven en las ciudades. Urge que la política de vivienda recupere los centros de ciudad y no sólo que maquile cajas para zapato que luego queden abandonadas; que las universidades estatales dejen de construir campus en medio de la nada, que los estados ya no se gasten los fondos federales y se endeuden por hacer pasos a desnivel para el 20% más rico de la población, que las urbes desarrollen comunidad y se blinden contra la delincuencia justo por lazos solidarios y no que la fomenten por el anonimato que provee el moverse en automóvil.

 

Me viene a la mente el mensaje implícito de la primera campaña presidencial de Bill Clinton, It’s the economy, stupid. Creo que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano es un desacierto silencioso porque pospone la atención a lo urbano, y me parece que personajes netamente urbanos, como Marcelo Ebrard, deberán aprovechar este bodrio burocrático para enviar un gran mensaje en 2018, Es la ciudad, estúpido.