El escritor Guillermo Arriaga habla de su reconciliación con Alejandro González Iñárritu y de los orígenes personales detrás de Amores Perros.
Amores Perros |

Un cuarto de siglo después del estreno de la cinta Amores Perros que unió a Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu volvieron a compartir escenario, y así dejan atrás una distancia que por años pareció irreparable.

“A los 25 años de Amores Perros hubo la posibilidad de que la presentáramos juntos en Cannes, pero no podíamos hacerlo sin vernos antes”, recuerda Arriaga.

“Alejandro y yo hicimos un zoom que iba a ser corto y duró seis horas. Ahí resolvimos las heridas. Nos dimos cuenta que realmente nos queríamos”, dijo Arriaga en entrevista con 24 HORAS.

También te puede interesar: Dwayne Johnson 'La Roca' promociona en México la película 'La Máquina'

El reencuentro, sellado con un abrazo durante la proyección en el Palacio de Bellas Artes, simbolizó algo más que una reconciliación artística: fue un gesto de humanidad.

“Para hacer una labor como la que hicimos se necesitaban personalidades fuertes, y en algún momento esa tensión se desbordó. Hubo gente que aprovechó eso para enfrentarnos, pero al fin y al cabo prevaleció el cariño”, añadió el escritor. “Damos un ejemplo de amistad en momentos en que vivimos en el mundo situaciones muy convulsas”.

Arriaga rememora los episodios de su vida que inspiraron la película. “Tuve un accidente automovilístico muy fuerte; iba dormido, sin cinturón, y caímos por un barranco. Desperté cuando la camioneta iba volando al vacío y recuerdo los gritos, los vidrios estallando. Quedé muy lastimado; pegué contra una piedra y me rompí toda la cara. Eso explica por qué quedé así”, cuenta entre risas. “Y luego estaba mi perro, Kofi, que cuando yo tenía ocho años, se escapaba igual que el de Octavio. Había peleas de perros en el barrio, y una vez que se escapó, mi perro mató a otro del barrio”, recuerda Arriaga.

También se inspiró en personajes reales: “Amigos que dejaron a sus esposas por mujeres más jóvenes; un hombre que conocí, rodeado de perros, que había sido un músico famoso; mis propias contradicciones con el socialismo real. Muchas cosas entraron en la licuadora y dieron pie a Amores Perros”.

Al preguntarle por el secreto detrás de los diálogos que muchos consideran los más naturales del cine mexicano, Arriaga no duda: “Creo que sirve que venga yo de barrio”.

“Crecí en un ambiente donde la mayor parte de mis amigos iban a la escuela pública, pero yo iba a una privada. Esa contradicción me permitió recoger distintas hablas”.

Entre carcajadas, recuerda escenas que escribió con deleite: “Cuando El Chivo les pone la pistola en medio y les dice: ‘Ahí les dejo de desayunar’, yo no paraba de reírme mientras la escribía. O cuando Octavio le dice a Susana ‘¿entonces cómo?’; disfruté mucho escribir esos diálogos. Me divertí muchísimo en el proceso".

Durante la proyección en Bellas Artes, el autor se mostró conmovido: “Fue sumamente emocionante. No es cualquier cosa que se celebre en Bellas Artes. Ver la copia remasterizada, con el trabajo de Martín Hernández en sonido, Rodrigo Prieto en la imagen y Alejandro cuidando cada detalle, fue muy especial”.

También te puede interesar: Críticas a 'Una Batalla Tras Otra' por visión indulgente hacia el extremismo y la rebelión

Antes de despedirse, Arriaga reflexiona sobre el paso del tiempo: “Estoy muy orgulloso de que la película vuelva a ser vista por gente joven. Me emociona que alguien de 23 años me diga que es su película favorita, cuando tenía -2 años cuando se estrenó”.

Para él, Amores Perros es inalterable. “Si me preguntas si cambiaría algo hoy, la respuesta es no. Esa posibilidad no existe. Mis libros actuales recogen el México de ahora, pero Amores Perros pertenece a su tiempo. Fue un acto de fe y de entrañas, y eso no se puede repetir”, concluyó Guillermo Arriaga.

Estudiante de Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Apasionado por la música, la cultura, la política y el entretenimiento. Escribo sobre cómo estos moldean nuestra...