Omar García Harfuch (OGH) nunca estuvo pensado para gobernar la Ciudad de México. En un país que llega al límite en violencia, crimen y delincuencia la prioridad de la entonces jefa de Gobierno —y hoy Presidenta de la República—, Claudia Sheinbaum, fue y sigue siendo la seguridad; y quien hoy encabeza la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) es su principal carta en la materia. Analistas, políticos y opinadores gritaban que el triunfo de Clara Brugada era una batalla perdida de Sheinbaum cuando en realidad, ella sabía que al ganar el más alto cargo político de la nación esa cartera de gobierno no podría estar encabezada por nadie más que por el super policía.
Desde que tomó control de la seguridad pública en la capital del país, el 4 de octubre de 2019, OGH inició una transformación. En primer lugar, con el cambio de liderazgo al interior de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) hacia uno que se caracterizó por su visión, capacidad y valentía; así como por su cercanía con los policías, compromiso con la mejora de sus condiciones de trabajo y, al mismo tiempo, por la depuración de los malos elementos.
En segundo, con la gobernanza como parte de una política pública exitosa en donde la ciudadanía se vuelve partícipe de las decisiones de gobierno, convirtiéndose en ingrediente esencial de su gestión.
El entonces secretario no veía la participación, crítica y exigencia ciudadana con incomodidad, sino como herramienta fundamental para alcanzar resultados. De ahí que abriera la puerta a organizaciones de la sociedad civil como el Observatorio de Seguridad Ciudadana (OSC), una asociación que, con el aval y cooperación de las autoridades locales —y federales—, representa y vincula a ciudadanos en las 16 alcaldías de la CDMX y en 29 estados de la república.
Hoy, Pablo Vázquez Camacho está al frente de la SSC, continuando el legado de OGH —en materia de apertura ciudadana— y compartiendo un atributo difícil de encontrar entre los funcionarios públicos: responsabilidad, capacidad y vocación de servicio.
OGH inició, desde 2019, un camino que apuesta por un verdadero cambio en las instituciones de seguridad y de la forma en que se trabaja para dar buenas cuentas a la población. Desde que encabezó la Policía de la Ciudad de México, ha sido ejemplo de que la vía para lograrlo es a través del mando civil —y no militar—, coordinando, entonces y ahora, distintas instituciones del Estado —Inteligencia, Marina, Ejército y Guardia Nacional—, incluyendo gobiernos estatales y municipales, y de la mano de los ciudadanos quienes, en sus palabras, siempre le han dado información valiosa para tener éxito en su tarea.
La situación es crítica y falta un mundo para cumplir con los objetivos que se ha planteado, entre innumerables cosas, una reforma profunda a las fiscalías y la depuración y fortalecimiento de las policías de todos los niveles —sumado a que no se visualiza con certeza que lo que está construyendo prevalezca a largo plazo—, pero hoy, García Harfuch ha marcado la pauta de un cambio profundo y necesario en las corporaciones policiales y en la estrategia de seguridad nacional tomando mano de un concepto olvidado por la mayoría de quienes gobiernan: la gobernanza institucional.
@isilop