La inteligencia artificial alcanzó tal precisión al imitar el tono, la cadencia y la emoción humanas, que la voz se convirtió en un instrumento de poder político y manipulación global. Los llamados deepfakes sonoros —audios sintéticos imposibles de distinguir del habla real— están socavando la confianza pública y forzando a gobiernos, tribunales y plataformas digitales a responder ante una nueva era de desinformación.
El fenómeno ganó notoriedad recientemente, cuando una canción atribuida falsamente a Adele circuló en YouTube como homenaje al activista conservador Charlie Kirk, asesinado el 10 de septiembre. Miles de usuarios la celebraron sin saber que la voz de la artista había sido clonada por IA. Otras imitaciones de Ed Sheeran y Justin Bieber siguieron el mismo camino, acumulando millones de reproducciones.
También te puede interesar: Con IA, hacen que Adele le dedique canción a Charlie Kirk y usuarios caen
“Internet ha sido reemplazado por contenido mediocre creado por estafadores que buscan dinero rápido”, advirtió Alex Mahadevan, del Instituto Poynter, en entrevista con AFP. Para Lucas Hansen, cofundador de la ONG CivAI, “una prohibición total es irreal, pero las plataformas deben asumir que estas falsificaciones pueden manipular el discurso público o incitar al odio”.

Desde 2023, la frontera entre sátira y sabotaje se ha desdibujado. En Reino Unido y Eslovaquia circularon grabaciones manipuladas de líderes opositores; en Pakistán, el partido de Imran Khan usó la voz generada por IA del exprimer ministro encarcelado para difundir mensajes; y en Ucrania, un video-audio falso de Volodímir Zelenski pidiendo la rendición marcó un precedente.
El debate también alcanza la esfera cultural y jurídica. En abril de 2024, el patrimonio del humorista George Carlin logró retirar imitaciones de su voz, mientras que el Alto Tribunal de Bombay reconoció este año la voz de la cantante Asha Bhosle como un rasgo protegido.
Según un estudio de María Pawelec, académica de la Universidad de Tübingen, los deepfakes “erosionan los cimientos de la democracia al distorsionar la deliberación pública”. Por su carga emocional y verosimilitud, la voz generada por IA explota sesgos afectivos.
Los audios falsos, advierte, requieren menos pruebas visuales, se propagan con rapidez y resultan casi imposibles de verificar en tiempo real. Esa pérdida de “confianza informativa” favorece la manipulación y pone en riesgo la legitimidad democrática.
También te puede interesar: Jueza bloquea temporalmente a los despidos de la administración Trump
Falsos Tributos
Aunque YouTube eliminó el supuesto homenaje de Adele, decenas de videos similares continúan circulando. Reflejan una nueva era en la que los generadores de música permiten a cualquier usuario imitar voces de y crear canciones.