El negocio es redituable, pero muy complejo y debe conocerse ampliamente, dijo David Vélez, propietario de las pompas fúnebres.
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Por más de 50 años, David Vélez ha desempeñado una profesión que heredó de su padre, con la cual ha sido testigo y parte fundamental para enfrentar tragedias en la Ciudad de México por los temblores y pandemias que cobraron miles de vidas: es propietario de una funeraria.

En el preámbulo de las conmemoraciones de los fieles difuntos, este hombre narró su cercanía con el mundo funerario, su aprendizaje en el oficio de velar y cómo preparar el último adiós de una persona.

Dueño de los Funerales París, propiedad de la familia Vélez, relató la importancia de su profesión; desde el momento en que el embalsamador realiza sus servicios hasta el trayecto de la caravana luctuosa rumbo al panteón para realizar la sepultura.

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"Así como nacer es caro, es más costoso morir; la función de un ataúd es preservar los restos, no lucramos con el dolor humano, nosotros no comercializamos con la vanidad, sino con las voluntades", aclaró.

David Vélez es respetuoso de los derechos y la dignidad de los difuntos, porque nunca la pierden; "los servicios funerarios aquí son muy serios", narró.

Actualmente, la tendencia es realizar el proceso de cremación y conservar en urnas funerarias, los restos de las personas quienes piden en su última voluntad o de sus familiares no sepultarlos.

El Sida y Covid-19 causaron temor en el gremio, dijo David Vélez

Recordó cuando su funeraria no se daba abasto por el creciente aumento de decesos que ocasionaron los terremotos de 1985 y 2017, así como la pandemia de Covid-19, misma que cambió la forma de operar de todas las funerarias.

David Vélez señaló que debido al desconocimiento de las autoridades sanitarias sobre cómo tratar un cadáver de alguien que falleció por esta enfermedad proliferaron las cremaciones.

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"Aún recuerdo cuando llegó el Sida, todo el mundo se espantaba, tuvimos que aprender empíricamente, mucha gente tenía la creencia de que con el simple contacto uno se podía contagiar y finalmente nosotros ingresábamos el cuerpo al ataúd; éramos la primera línea de batalla con el finado", dijo.

Si bien todos fungieron como testigos o partícipes de algún servicio funerario, pocos conocen toda la labor que existe detrás de estos sepelios y las normativas a las que se deben apegar.

Sobre costo de ataúdes, van desde los 10 mil 500 hasta alta gama que llegan a los 50 mil pesos, “pues la vanidad importa, aun después de la vida”, mencionó.