Después del 11 de septiembre se complicó el panorama para empujar una política migratoria que pudiera dar un esquema de incentivos a los más de 10 millones de mexicanos que viven en los Estados Unidos. Los resultados de las elecciones en EU demostraron la fuerza del voto hispano y ahora se abre una venta de oportunidad para que los migrantes que viven en ese país, de manera ilegal, puedan contar con un esquema jurídico que les permita arreglar de manera definitiva sus papeles. El papel del Estado mexicano será marginal en este debate y lo que se debe reforzar, en todo caso, es el respaldo jurídico y de defensa de los derechos humanos a los connacionales que viven del otro lado de la frontera.

 

La constante en estos últimos años ha sido la ausencia de una política migratoria en el país. México se ha vuelto un infierno para los migrantes y esto no se debe sólo a la corrupción que existe en el Instituto Nacional de Migración, ni a la incompetencia de sus funcionarios, sino a la falta de una visión de cual es nuestra política migratoria.

 

En los últimos años hemos visto como a los mexicanos se nos ponen cada vez más trabas para viajar a otros países. Hoy necesitamos visa para entra a Canadá y Brasil. Países como España y Francia tienen elaboradas alertas para perfiles de pasajeros mexicanos y en Corea del Sur estudian sacar a México de la lista de países que pueden entrar a su país sin visa por tres meses. Esto, ante la pasividad y falta de una definición del gobierno mexicano por articular una política migratoria, que defina cómo nos queremos insertar en los flujos de personas en el mundo. ¿Queremos ser un país que reciba o exporte capital humano? ¿Queremos atraer mano de obra o exportarla? ¿Dada nuestra demografía y capacidades laborales, qué estamos buscando complementar en el país?

 

Esta pasividad y falta de visión ha facilitado que aflore la corrupción y que México sea un trampolín para llegar a los EU si se paga el precio. La falta de estrategia generó las condiciones para un modelo de negocios muy rentable, que es el tráfico de personas, y la falta de supervisión y corrupción en el Instituto Nacional de Migración creó un vehículo para que el crimen organizado pudiera consolidar el mercado.

 

Los Zetas y el Cártel del Pacífico centralizaron el negocio de traficantes de personas. Con ayuda del INM erradicaron a toda la competencia y polleros independientes que movían gente de Centroamérica, Sudamérica y Asia con destino a los EU.

 

El director Luis Mandoki y el productor Abraham Zabludovsky hacen una excelente descripción de la problemática que vive la frontera sur del país en la película La vida precoz y breve de Sabina Rivas. Esta historia de una migrante que trata de llegar a los EU intentando cruzar por México. Retrata la corrupción, la ausencia de Estado y la ilegalidad que se vive en la frontera sur.

 

Es muy lamentable que un cineasta, basado en la novela del finado novelista Rafael Ramírez Heredia, tenga una mejor percepción de la realidad y de la problemática de la frontera sur que los burócratas que viven de nuestros impuestos.