Una de las preguntas que muchos negocios que buscan ingresar en la era digital se hacen es si deben desarrollar alguna aplicación para dispositivos móviles. No tener una “app” para muchos es estar fuera de la jugada digital y por ende, no participar de la nueva economía que tarde o temprano será pieza importante de sus negocios, por lo que toman la decisión de invertir, a veces lo que sea, con tal de sentir que su negocio está adaptándose a la nueva era.
Dependiendo la complejidad de la aplicación, el desarrollo de la misma va de varias centenas de miles de pesos, a incluso millones de pesos.
Entonces, ¿por qué el desarrollo de aplicaciones se ha vuelto un negocio tan boyante? ¿Hay o no que desarrollar una? O más bien, ¿es momento de desarrollar una app ahora? ¿Cuál es el impacto que podría tener en su negocio?
Para responder esa pregunta, quizá valdría la pena poner un poco de contexto sobre un debate que la industria digital libra actualmente y cuál sería la alternativa a esas aplicaciones, que no son la única forma de ingresar en el mundo de los dispositivos móviles.
El debate versa alrededor de si desarrollar una aplicación, o un sitio en HTML5. Para no entrar en demasiados tecnicismos, HTML5 es un lenguaje de programación que permite desarrollar experiencias ricas en web que pueden visualizarse en cualquier dispositivo, sea una computadora de escritorio, tableta o teléfono celular, y adaptar la experiencia de visualización a la forma del mismo. Es en cierta forma, la evolución del conocido flash, que durante muchos años se estableció como el estándar para el desarrollo de sitios web con contenido Premium, y que hoy no se visualizan en dispositivos móviles.
Una aplicación se desarrolla para ser descargada en equipos que utilizan un sistema operativo específico (iOS en el caso de equipos Apple, Android de Google, Blackberry, o Windows de Microsoft, principalmente). La aparente ventaja de la aplicación es instalarse en los millones de dispositivos que corren determinado sistema, y representar una puerta de acceso a contenidos optimizados para esa experiencia sin necesidad de utilizar un navegador de internet.
Una misma app no es posible verse en diferentes sistemas operativos; sin embargo puede desarrollarse para todos y cada uno de ellos. El sitio en HTML5 se desarrolla sólo una vez, pero es necesario visualizarlo con un navegador de internet.
Un reporte de Business Insider Intelligence, publicado hace apenas unos días, considera que de esa polémica batalla en el mundo de los desarrolladores de tecnología, el vencedor será HTML5. Las cuatro razones principales que esgrime en su tesis son:
– Distribución. Las aplicaciones son distribuidas a través de ecosistemas cerrados de los propietarios del respectivo ecosistema (arriba mencionados), mientras que HTML5 se basa en las reglas de un internet abierto.
– Comercialización: El modelo comercial actual en las aplicaciones es la compra de la misma aplicación, tema que en opinión de Business Insider inhibe a muchos consumidores; el modelo de negocios de un sitio HTML5 en contraste, está basado en la publicidad.
– El poder de una plataforma y los efectos de su red. Si un desarrollador quiere trabajar para alguna de las plataformas, tiene que sujetarse a sus reglas y su trabajo queda suscrito a verse en un ecosistema cerrado. Desarrollando en HTML5, evitan ser sujetos a reglas y entornos específicos.
– Funcionalidad. Este es el único punto donde da ventaja a las aplicaciones que hoy son mucho más ricas que los sitios en HTML5. Sin embargo, es cuestión de tiempo para que los desarrolladores puedan generar el mismo nivel de funcionalidades que en una aplicación.
A estas variables valdría la pena sumar los niveles de penetración en México de equipos móviles con acceso a internet, que si bien es cada vez mayor, todavía representan una minoría.
Antes de pensar en invertir miles o millones de pesos en una aplicación, evalúe las razones de por qué quiere estar en determinado entorno y el universo al que llegará a través de esa aplicación. Creo que si no tiene claridad en las respuestas, tal vez valga la pena hacer a un lado la vanidad de tener una app.