Guadalajara.- La Feria del Libro de Guadalajara (FIL), que concluyó ayer su XXV edición consolidada como la más importante para los hispanohablantes, ha convertido en un arte el “apapacho”, un noble comportamiento que dispensa con calidez y generosidad a cualquiera que pasa por ella con el corazón abierto.
“A mí la palabra (apapacho) es la que más me gusta del español. Me parece muy gráfica, muy visual porque además representa un montón de emociones: no solo es cogerte del brazo, darte un abrazo, va mucho más allá”, explica a Efe la directora de la FIL, Nubia Macías.
Macías afirma que el “apapacho” es “una cosa cálida, muy emotiva, llena también de alegría: son como muchos sentimientos que se conjugan en la palabra. A mí -subraya- me parece que FIL Guadalajara tiene una característica especial, y es que es muy ‘apapachadora'”.
El término está aceptado en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), que define el sustantivo “apapacho” como “palmadita cariñosa o abrazo”. Además de ser utilizada en México también se usa en Honduras.
El asunto va más allá del estilo y la personalidad de los organizadores de la FIL, una fiesta de los libros cuidada hasta el más mínimo detalle.
El editor Jorge Herralde, una presencia frecuente en la FIL, se identifica con la palabra y dice que se siente “apapachado” cuando, paseando por Guadalajara la gente le reconoce y le dice que los libros de Anagrama “han sido fundamentales” para ellos.
“Esto me resulta un poco embarazoso pero me ‘apapacha'”, afirma Herralde entre risas.
La mexicana Daniela Tarazona, una joven escritora que ha sido una de los “25 Secretos mejor guardados” de la FIL 2011, dice que al hablar de “apapacho” “siempre está implícito que ‘no temas, todo está bien’, que se te va a cuidar y a procurar todo lo que quieras” y “que esa otra persona va a estar pendiente de que tú te sientas bien'”.
“Tiene todo que ver, o quizás podría ser un sinónimo de ‘voy a consentirte’, ‘voy a apapacharte’, aunque insisto en que en apapacho hay ya un asunto de cuerpo y cuerpo, uno que toca a otro”, asegura.
Para Tarazona la FIL 2011 ha sido especial, una oportunidad de crecer y relacionase con otros autores y de compartir sus libros y vivencias. Dice que se sintió “apapachada” de principio a fin.
“Recuerdo una chica que se me acercó y me dijo que le había parecido increíble esta cuestión de que para mí la literatura abría la posibilidad de ser otro. Eso le había fascinado”, agregó.
“Ella encarnaba lo que hacemos los lectores: cuando leemos prestamos todo nuestro cuerpo, nuestra voluntad, y jugamos a ser ese otro que está contando, viviendo la historia”, añade.
Y concluye: “Esas pequeñas cosas, esos pequeños sucesos, son los que me motivan a escribir: poder transmitirle a alguien una emoción y que esa persona además pueda llevar su propia experiencia a esa emoción”. EFE