Hace dos años que Marisela Reyes Salazar no conoce el significado de lo que es dormir tranquila porque ella vive en una pesadilla permanente: sobre su cabeza no pesa ningún remordimiento, solamente recuerdos de cruces en un panteón que se multiplican con el tiempo.

 

Cruces de tumbas donde yacen sus familiares muertos, víctimas inocentes, a su decir, de “esta guerra inútil –refiriéndose a la lucha contra el narcotráfico”.

 

Dice que desde 2010, su familia ha sido desplazada primero de su pueblo, Valle de Juárez, después de su estado, Chihuahua y luego de su país, México. “Aparte de que nos han asesinado, nos han desplazado, nos han separado y sigue el acoso”, dice con frustración en entrevista.

 

Marisela relató que la “pesadilla” que vive empezó en enero de 2010, ese año su hermana Josefina, activista de Ciudad Juárez, exigió esclarecer el asesinato de uno de sus hijos, presuntamente levantado por militares. Ese mismo año, también asesinaron a su hermano Rubén.

 

En febrero otros dos de sus hermanos: Elías y Magdalena y su cuñada Luisa Ornelas fueron secuestrados y a los pocos días encontrados muertos.

 

Ese mes sujetos no identificados obligaron a su madre, Sara, a dejar el país luego de quemar su casa. Las agresiones continuaron en junio, cuando personas no identificadas maltrataron las tumbas de sus parientes, arrancaron las cruces y las aventaron en la carretera junto con cartulinas que amenazaban de muerte a Marisela.

 

En agosto, intentaron secuestrar a su nieto de 3 años y mataron a la tía Isela, quien cuidaba al niño.

Marisela se dice víctima del linchamiento que en los últimos meses se ha desatado en contra de activistas que critican los resultados de la lucha contra el narco, se sabe perseguida.

 

Cuando se le pregunta sobre la muerte de Nepomuceno Moreno, quien como su hermana, Josefina, pedía el esclarecimiento del asesinato de un hijo, sus ojos se llenan de lágrimas y piensa en voz alta: “a veces me pregunto si la que sigue soy yo”.

 

-¿Por qué sigues en México?

 

-“Por seguir en la lucha porque el gobierno nos está tratando de involucrar con el narcotráfico, mi hermana y yo nos quedamos aquí a dar la cara a que se haga cualquier investigación y si nos encontraran culpables de algo aquí estamos para dar la cara”.

 

Uno de sus sobrinos, Miguel Ángel, hijo de su hermana Josefina, ha sido acusado de tener nexos con el Cartel de Juárez, según la Procuraduría General de la República, se le consignó por los delitos de delincuencia organizada, posesión de cartuchos y portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército.

 

Al preguntarle si tiene miedo, respondió “tengo miedo de que me maten, pero tengo más miedo de quedarme callada, de que se siga asesinando a niños, familias enteras que se sigan consumiendo a nuestro México con esta guerra estúpida que nosotros no pedimos. Aquí hay que seguir hablando, no hay que quedarnos callados, porque es cuando más se apoderan de uno, cuando más lo amenazan.