¿Cómo se está viviendo la masculinidad a partir del cambio social, laboral y familiar de las mujeres?
Ahora los jóvenes están rodeados de hombres que dejaron de ser modelos a seguir
Ya lo dice Sergio Sinay, especialista en psicología masculina y en vínculos humanos, en su libro Esta noche no, querida: “apagado el fuego de la revolución sexual y superado el clímax de la liberación femenina, muchos se preguntan en qué papel ha quedado el hombre o, más aún, dónde está ahora la masculinidad”.
Soy madre de cuatro varones. Observo a estos jóvenes adultos en su cotidiano devenir y veo que (influenciados por la experiencia de vida en una familia que ha transitado el quiebre de exigencias y presiones de roles de género estereotipados), hoy cuestionan, experimentan, gozan y sufren las diversas maneras de ser hombres.
Ahora los jóvenes están rodeados de varones que dejaron de ser modelos a seguir, pues su manera de pensar o actuar es obsoleta y no tiene sentido en el mundo contemporáneo. Los adultos de otra generación tienen valores distintos, privilegios que se han derrumbado (incluyendo el patriarcado), y se sienten desorientados. Algunos de ellos, ante este terremoto aún buscan una salida en las ancestrales catacumbas del machismo; otros, más sensibles, toman la bandera de las mujeres; pero entre estas dos reacciones queda vacía la silla de la verdadera masculinidad.
¿Habrá nuevas maneras de ser varón? La historiadora y filósofa francesa Elisabeth Badinter, autora de La identidad masculina y participante de los movimientos feministas de mediados del siglo pasado, reconoce que “la adquisición de la identidad masculina es ardua y dolorosa, mucho más que para la niña adquirir la propia”. No basta nacer hombre, ¡hay que hacerse hombrecito!
Las últimas décadas de transformación femenina son loables, pero el cambio no es suficiente si no se acompaña de una evolución en lo masculino. ¿Dónde está la masculinidad hoy? Tras la Revolución Industrial los varones han sido alejados por la cultura, el entorno, los mandatos educativos y por sus propias obsesiones. Comparto con James Hillman (psicólogo y analista junguiano estadounidense, fallecido en 2011) que el intento de recuperar la masculinidad “es el primer proceso social posmoderno”.
Buscamos hombres que no se definan por el mero patrón de las imágenes pasadas, sino que sean cada vez más capaces de desarrollar sus propias creencias y modos de acción. Varones que no dependan de estructuras heredadas, sino que integren las propias día con día. Esta tarea incluye sentimientos ambivalentes tanto en hombres como en mujeres, señal de que está llegando una nueva masculinidad.