KIEV. El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, instó ayer a la oposición siria a presentar sus propuestas para un diálogo con el presidente Bachar al Asad, con el objetivo de poner fin al conflicto armado en el país.

 

En una rueda de prensa en Ucrania, Lavrov destacó el plan presentado hace una semana por Al Asad para un diálogo nacional, aunque admitió que estas iniciativas pueden parecer “poco serias”, y llamó a los opositores a promover sus propias ideas para las negociaciones.

 

“El presidente Asad ha presentado iniciativas encaminadas a invitar al diálogo a todos los opositores. Sí, estas iniciativas, probablemente, no van muy lejos; posiblemente, a algunos les parecerán poco serias. Pero es una propuesta”, indicó Lavrov, según la televisión ucraniana.

 

“Yo, en el lugar de la oposición (siria), presentaría mis contrapropuestas sobre las vías para entablar el diálogo”, manifestó Lavrov durante una rueda de prensa conjunta con su colega ucraniano, Leonid Kozhara, en la ciudad de Chernovtsí.

 

En su plan de tres fases para alcanzar un acuerdo político en Siria, rechazado por la oposición, Al Asad exigió que, en primer lugar, cese el suministro de armas y el apoyo financiero a los “terroristas”, tras lo cual el Ejército sirio detendría sus operaciones, para permitir el regreso de los desplazados.

 

Una vez alcanzado un mecanismo para aplicar el cese de la violencia, se convocaría una conferencia global que abriría la segunda fase de la hoja de ruta, en la que se prevé un diálogo nacional, la elaboración de una nueva Constitución y la formación de un amplio Gobierno de consenso.

 

Rusia, tradicional aliada del régimen de Damasco, insistió ayer en la validez de la Declaración de Ginebra como plataforma para solucionar el conflicto sirio tras una reunión celebrada en Ginebra entre el mediador de la ONU para el país árabe, Lajdir Brahimi, y los “número dos” de Exteriores de Rusia y de EEUU, Mijaíl Bogdánov y William Burns.

 

Dicha Declaración, aprobada por el Grupo de Acción para Siria en junio de 2012 y apoyada en principio por el régimen del presidente Al Asad, recoge la creación de un órgano de transición formado por todas las partes en conflicto.

 

La Cancillería rusa reiteró su postura de que “las cuestiones sobre el futuro de Siria deben ser decididas por los propios sirios, sin injerencia exterior, (…) mientras que los actores externos clave debieran prestarle su máximo apoyo”.