La red yihadista salta de Nueva York a Madrid pasando por Bamako, al menos esa es su intención. Por ello, Hollande es despertado del aletargado inicio de su gobierno. Durante las recientes horas tuvo que detonar una operación militar para evitar la reconquista del sur de Mali a manos de los terroristas junto a los tuareg, comunidad nómada cuyos brazos se reparten entre Argelia, Libia, Burkina Faso, Níger y Mali. Las paradojas de la vida son las únicas sorpresas que nos quedan en nuestra transmodernidad. Ayer, Dominique de Villepin (ministro de Exteriores de Chirac) acudía a la ONU para leer poesía anti bélica. Hoy, cuando los intereses de Francia en su ex colonia se ponen en riesgo, la operación militar ya logró frenar los apetitos colonialistas de la yihad islámica.

 

Llegó la hora cero para François Hollande. Si bien es cierto que ganó las elecciones presidenciales el pasado 6 de mayo, y diez días después tomaba posesión, es hasta ahora cuando en su escritorio en el Palacio del Elíseo le han llegado súbitamente temas torales que de no darles solución lo podrían encajonar en el laberinto en el que se encuentra.

 

Tres fueron los temas que animaron su agenda electoral y que, al final, se convirtieron en las promesas que rompieron la igualdad en el peso sustantivo respecto al plan de su competidor, el entonces presidente –candidato Nicolas Sarkozy: reforma fiscal, ley de matrimonios entre personas del mismo sexo y nuevo liderazgo de Francia en la Unión Europea.

 

2012 se despidió de Hollande con una mala noticia: el Consejo Constitucional frenó su intención de gravar al primer euro en adelante, que supere al millón de euros (17 millones de pesos), que ganen los franceses. El Consejo no ve mal que los ciudadanos millonarios paguen más de impuestos, lo que vio mal fue que la medida propuesta por el presidente es “injusta” e “inequitativa”. El presupuesto de egresos de 2013 tuvo que ser modificado y, al presidente, no le quedó de otra que proponer un cambio de ley sobre la conformación del Consejo Constitucional ya que, entre otras figuras, se encuentran los ex presidentes. Sobra investigar las posiciones que tomaron Valery Giscard d’Estaing, Jaques Chirac y Nicolas Sarkozy. El anuncio del Consejo Constitucional fue interpretado con hipehistrionismo por Gérard Depardieu. Su tour global llegó hasta Moscú, lugar donde el presidente autócrata lo recibió con aplausos.

 

Mientras que Hollande se recuperaba de los efectos que mermaron a una de las promesas mediáticas electorales de enormes efectos (la realidad es que el impuesto para los millonarios afectaría a solo mil 500 ciudadanos), su gobierno, en voz de Laurent Fabius anunciaba el pasado domingo el fracaso de la operación llevada a cabo en Somalia para intentar liberar al agente Denis Allex. El espía francés que llegó a Mogadiscio a desarrollar un esquema de seguridad para el presidente de transición del país africano, y que junto con un compañero, fueron aprehendidos –paradójicamente por un funcionario del gobierno al que llegaron a asesorar- y entregados a una guerrilla islámica, fue asesinado durante las últimas horas.

 

Ese domingo, en París, una manifestación integrada por medio millón de personas distribuida en diversos contingentes, que lo mismo salieron de Porte Dauphine que de Place d’Italie o de Denfert-Rochereau, llegaron a la siempre escenográfica Champ-de-Mars, a los pies de la torre Eiffel para enviarle un mensaje sinfónico al presidente Hollande: “No a los matrimonios gay”. No se había visto una manifestación tan numerosa desde aquella que le plantó cara a François Mitterrand en 1984, en contra de su reforma educativa.

 

Llegó la hora cero para Hollande.

 

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