Frente al acelerado ritmo urbano, donde el tiempo es insuficiente incluso para comer, Slow Food plantea hacer un alto y recuperar el placer de este momento. Se trata de un movimiento internacional que promueve el consumo de productos regionales, las comidas tradicionales, el cultivo de ingredientes de forma respetuosa con el medio ambiente pero, sobre todo, el disfrute de la comida en compañía de otros.

 

Ada Valencia de Solana, delegada del Convivium Slow Food El Bajio-Queretaro, asegura que comer despacio y en compañía “da más placer, y el placer es el objetivo primordial de todo acto”.

 

El sitio nutricion.pro advierte que el tomarse tiempo para disfrutar de la comida tiene grandes ventajas para el organismo. Por ejemplo, ayuda a bajar de peso ya que la sensación de hambre desaparece a los 30 minutos de haber empezado a comer, por lo que cuanto más despacio se coma, menos alimentos y calorías se van a ingerir. También mejora la digestión, ya que masticar bien cada bocado facilita al estómago el procesamiento de los alimentos.

 

 


OD-AM531_info_t_DV_20111125140503

 

 

A esto, Valencia agrega que “es más importante cómo se come que lo que se come, es decir, al estar consciente de la forma en que nos alimentamos nos podemos dar cuenta de que hay cosas que no dan placer alguno; comer caminando, en el trabajo o en el coche no puede dar ningún gozo, además de que significa ingerir alimentos que se adaptan a la velocidad, que no son buenos, limpios o justos”.

 

Comer es una necesidad básica, pero también es un placer y un acto de socialización. Tomarse el tiempo para escoger el alimento que se va a tomar, así sea el más sencillo, además de prepararlo, disfrutarlo y compartirlo, resultará de lo más gozoso.

 

“Al momento que tomas conciencia que una hamburguesa, por poner un ejemplo, está elaborada en casa y con compañía de tu familia, subes un estándar que no estás dispuesto a cambiar. Se convierte en una buena hamburguesa, pues nada será mejor que lo que tengas más cerca de donde se elaboró; será limpia, ya que no necesitará de conservadores para que pueda viajar varios kilómetros, y justa, pues seguramente te darás cuenta que cocinar con alimentos reales tiene un precio que hay que saber valorar”, señala la delegada de Slow Food.

 

 

CONTRA EL DESPERDICIO

 

 

Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), cerca de un tercio de los alimentos producidos en el mundo es desperdiciado cada año, cantidad que podría sustentar a 500 millones de personas en ese mismo periodo sin desgastar más recursos naturales.

 

Una de las razones principales de este derroche de comida es la tendencia a “un consumo excesivo en los países de ingresos medios y altos”, explicaba José Graziano da Silva, director general del organismo, durante la conferencia bienal Terra Madre, organizada en la ciudad italiana de Turín, en octubre pasado, por el movimiento Slow Food Internacional.

 

slfood1

 

 

Durante el congreso Terra Madre, la FAO advirtió también que, a nivel mundial, hay unas mil 500 millones de personas con sobrepeso, frente a 868 millones subnutridas, cifra que, subrayaba el titular del organismo, “ilustra uno de los grandes contrastes de nuestro mundo: la desigual distribución de alimentos, ingresos y oportunidades”, así como un incremento constante en el consumo de “comida chatarra”.

 

Es justamente por el consumo desmesurado de comestibles insanos y la proliferación de la industria de comida rápida en el mundo, que en 1989 surge en Italia el movimiento culinario Slow Food que, como su nombre indica, aboga por el disfrute de los alimentos sin prisa y por una sana alimentación.

 

El movimiento, que tiene presencia en más de 150 países y cuenta con alrededor de 100 mil socios, difunde en los cinco continentes una nueva filosofía que combina placer y conocimiento, salvaguardando las tradiciones gastronómicas, productos y métodos de cultivo regionales.

 

En México, el movimiento Slow Food tiene presencia desde la década de los años 90, cuando inició actividades promovidas por el sibarita Giorgio De´Angeli. Actualmente, existen en el país más de 10 convivias –representaciones o sedes locales-, con unos dos mil miembros, aproximadamente, siendo las más grandes las de Puebla, Querétaro y Coyoacán.

 

Entre las principales actividades que los socios de Slow Food realizan a nivel nacional están los “laboratorios del gusto”, que buscan educar a los comensales sobre los productos y la cocina nacional; para ello se realizan encuentros con productores, cocineros y sibaritas.

 

De manera adicional y en colaboración con algunas universidades el movimiento promueve ingredientes regionales: amaranto (Puebla), miel de abeja melipona (Puebla), cacao (Oaxaca), vainilla (Chinantla) y garambullo (Querétaro).

 

No es de sorprender que el símbolo de Slow Food sea un caracol, emblema de la lentitud, ya que precisamente ésta es la filosofía del movimiento: una vida más lenta, en la que se pueda apreciar y disfrutar lo mejor de la vida, como es el buen comer.

 

slfod2

One reply on “Slow food, recuperando el placer de comer”

Comments are closed.