Para asegurar que el yacimiento acuífero localizado a dos mil metros de profundidad en Iztapalapa puede abastecer a la capital del país durante los próximos siglos falta realizar más estudios, por lo que resulta aventurado el anuncio del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM), coincidieron expertos en el tema hídrico.
Ramón Aguirre Díaz, titular de la dependencia capitalina, informó a principios de la semana que este acuífero profundo podría representar la solución para abastecer por cien años a la Ciudad de México, luego rectificó y dijo que los estudios aún no estaba determinado el potencial del mismo.
Oscar Monroy Hermosillo, presidente de la Comisión de Cuenca de los Ríos Amecameca y La Compañía, señaló que el pozo excavado a dos mil metros de profundidad es exploratorio, por lo que no se puede afirmar aún que el agua encontrada servirá para abastecer a la capital tantos años.
“Es necesario conocer todavía si se trata de agua fósil, ya que en excavaciones a 200 metros se ha encontrado este líquido con grandes cantidades de sales y minerales. También hay que revisar el impacto económico, porque sacar agua a más de un kilómetro de profundidad implica costos de bombeo muy altos”, explicó.
El doctor Luis Zambrano, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, subrayó el hecho de que utilizar aguas fósiles, que tienen mucho tiempo bajo la tierra, no es una buena idea, ya que hay estudios que demuestran que ésta puede contener incluso importantes grados de radiación.
Agustín Breña Puyol, académico del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la UAM Iztapalapa, coincidió en que es necesario realizar estudios técnicos más profundos y, con base en los resultados, precisar el volumen y calidad del agua, la inversión para su extracción, el número de pozos requeridos, costos de mantenimiento y la posibilidad de hundimientos diferenciales por extracción.
El especialista calificó como “aventurado” afirmar que con las excavaciones que se tienen previstas no existan riesgos de hundimientos diferenciales por extracción, ya que el drenaje profundo se diseñó para extraer 220 metros cúbicos por segundo, sin embargo, según información de las autoridades, a 120 metros cúbicos por segundo la presión ocasiona hundimientos diferenciales a una profundidad de 30 o 40 metros.
Ante este riesgo instó a las autoridades a utilizar las metodologías adecuadas para conocer las posibilidades de asentamientos y tener la certeza de que no se presentarán problemas de este tipo.
Además, el especialista advirtió que una fuente de estas características podría generar conflictos políticos y sociales en las delegaciones y municipios que integran la Zona Metropolitana si no se les hace partícipes de este proyecto, ya que la delegación Iztapalapa no es el único territorio que sufre de escasez del vital líquido.
El director de la SACM precisó que desde hace año y medio se inició la investigación de la zona acuífera y se encontró que contiene agua de buena calidad, aunque con un gran contenido ferroso, pero determinar cuánta agua se podrá extraer tomará hasta tres años y una inversión inicial de al menos 500 millones de pesos.
OPCIONES DESECHADAS
Luis Zambrano, especialista en temas hídricos y columnista del portal Transeúnte.org, ha sido crítico con la estrategia hídrica de los gobiernos capitalinos, al considerar que se ha centrado en la política del “tubo” sin considerar otras alternativas.
“Por qué estamos buscando agua a dos mil metros debajo de la superficie cuando nos llueve diez veces más de la que necesitamos. Antes de implementar este sistema el gobierno debe analizar otras alternativas para comparar costos y beneficios”, dijo.
Zambrano ha señalado que la captación de agua de lluvia para abastecer al Valle de México es una opción más económica y sustentable que la extracción de agua de pozos profundos.
Uno de los grandes problemas que tienen las autoridades, agregó, es pensar de manera lineal, es decir, buscar una solución inmediata a los problemas sin considerar las consecuencias.
“Este proyecto nos va a costar mucho en cuestión económica, ambiental, de recursos y energía, y la naturaleza nos lo va a cobrar a mediano plazo”, comentó.
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