Una bebé de siete meses lloraba sin cesar, permanecía al lado de su madre muerta. Adriana Espinoza Cruz, de 33 años, de profesión médico anestesióloga, se suicidó ayer inyectándose alguna sustancia, mientras estaba en casa cuidando a su pequeña.
De acuerdo a los vecinos, por más de tres horas continuas escucharon el llanto de la bebé, por lo que fueron a la casa de la mujer y tocaron en repetidas ocasiones. Al no obtener respuesta, llamaron a la Policía Municipal y Bomberos.
Cerca de las 18:00 horas de ayer los rescatistas acudieron a la calle Luxemburgo, entre Bernardo Gálvez y bulevar José Sarmiento, en colonia Virreyes Popular, en Saltillo. En el exterior de la casa se encontraba el auto de Adriana, un Honda Civic de modelo reciente, por lo que sus vecinos pensaron que sí podría estar en el interior.
Los bomberos saltaron la reja y se dirigieron a la parte trasera de la casa. Una ventana estaba abierta y por ella lograron ingresar.
Fue en la sala donde encontraron el cuerpo de la mujer bocabajo, con una jeringa cerca de sus manos y su hija permanecía a un costado, llorando.
La menor estaba en perfectas condiciones, pero al revisar a Adriana ya no presentaba signos vitales.
Se informó de lo ocurrido al Ministerio Público, y el agente Jesús Esparza dio fe del deceso.
La médico anestesióloga trabajaba para el Hospital General, así como en una clínica privada.
De acuerdo a los vecinos, por la mañana de ayer habría tenido una discusión con su novio. Versiones extraoficiales señalaron que Adriana utilizó alguna sustancia inyectable para suicidarse y un recado póstumo habría sido localizado por los elementos de la PGJE.
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