Muchas veces el arte supera los sentidos humanos. Hay muchos artistas que transportan a otros mundos, otras dimensiones, recurriendo incluso al engaño del ojo. John Pugh es un ejemplo de ello.

 

 

Pugh pinta enorme murales que transportan al espectador a lugares que en los que tal vez no ha estado antes, y ni siquiera llegue a conocer: un templo griego, una cámara egipcia, una finca latinoamericana, el medio oeste de Estados Unidos, una alberca, todo, en medio de calles y construcciones cualquiera.

 

 

Se le llama trompe l’oeil, una frase francesa para señalar algo que engaña al ojos.

 

 

“Parece casi universal que las personas se deleiten en ser visualmente engañados”, dice John. Y no se equivoca, pues su obra puede ser admirada desde Nueva Zelanda hasta Hawai. (Con información de arteycallejero.com)

 

(Fotos: arteycallejero.com)