MADRID. La decadencia de la Iglesia que ha puesto en evidencia la soledad de Benedicto XVI y la impotencia que parece haberlo rodeado en estos últimos años es sin duda factor primordial de su renuncia, advirtió el escritor peruano Mario Vargas Llosa.

 

“En todos sus intentos fracasó, porque la cultura y la inteligencia no son suficientes para orientarse en el dédalo de la política terrenal, y enfrentar el maquiavelismo de los intereses creados y los poderes fácticos en el seno de la Iglesia”, subrayó en un artículo de opinión en el diario español El País.

 

En el texto titulado “El hombre que estorbaba”, Vargas Llosa describe al Papa: “No era un hombre carismático ni de tribuna, como Karol Wojtyla, el Papa polaco. Era un hombre de biblioteca y de cátedra, de reflexión y de estudio, seguramente uno de los Pontífices más inteligentes y cultos que ha tenido en toda su historia la Iglesia católica.

 

“En una época en que las ideas y las razones importan mucho menos que las imágenes y los gestos, Joseph Ratzinger era ya un anacronismo, pues pertenecía a lo más conspicuo de una especie en extinción: el intelectual”, expone el ganador del Premio Nobel de Literatura 2010.

 

A Benedicto XVI le tocó uno de los períodos más difíciles que ha enfrentado el cristianismo en sus más de dos mil años de historia. “La secularización de la sociedad avanza rápido, sobre todo en Occidente, ciudadela de la Iglesia hasta hace pocos decenios”, refirió.

 

Este proceso se ha agravado con los grandes escándalos de pedofilia en que están comprometidos centenares de sacerdotes católicos y a los que parte de la jerarquía protegió o trató de ocultar y que siguen revelándose por doquier.

 

Esto aunado a las acusaciones de lavado de capitales y de corrupción que afectan al banco del Vaticano.

 

Vargas Llosa indicó que el robo de documentos perpetrado por Paolo Gabriele, el propio mayordomo y hombre de confianza del Papa, sacó a la luz las luchas despiadadas, las intrigas y turbios enredos de facciones y dignatarios en el seno de la curia de Roma enemistados por razón del poder.

 

“Nadie puede negar que Benedicto XVI trató de responder a estos desafíos con valentía y decisión, aunque sin éxito”, aseveró.

 

Explicó que en todos sus intentos fracasó, porque la cultura y la inteligencia no son suficientes para orientarse en el dédalo de la política terrenal y enfrentar el maquiavelismo de los intereses creados y los poderes fácticos en el seno de la Iglesia. NTMX