El rechazo a la «hegemonía imperialista» y el deseo de impulsar un mundo «multipolar» llevaron al presidente venezolano, Hugo Chávez, a establecer durante sus 14 años de Gobierno polémicas alianzas con gobernantes de Irán, Siria, Libia o Bielorrusia, algunos bajo sanciones internacionales.
Leal a sus declaraciones de amistad, fue prácticamente el único líder mundial en apoyar a ultranza al fallecido exdictador libio Muamar el Gadafi -un «mártir», dijo- derrocado en octubre de 2011 tras más de 40 años al frente del país, y siguió siendo un fiero defensor del presidente sirio, Bashar al Asad, al que consideró «víctima de una arremetida fascista».
Precisamente en una visita de su «hermano» Al Asad a Caracas en junio de 2010, Chávez bromeó al decir que ambos formaban parte del llamado «Eje del Mal», el grupo de países a quienes el expresidente estadounidense George W. Bush puso en su punto de mira y en el que incluyó a Irak, Irán y Corea del Norte.
Pero Chávez matizó entonces que las siglas de ese grupo correspondían al «Movimiento de los Aliados Libres» (MAL), que incluía a todos aquellos países que contribuyen a la creación de un mundo «multipolar» y que citó como enemigos comunes «el imperio yanqui y el Estado genocida de Israel».
Desde que Chávez llegó al poder en 1999, las relaciones exteriores de Venezuela -el país con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo- no han dejado de levantar polvareda.
Chávez recibió varias veces la visita al país del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, incluso en medio de las tensiones en el Golfo Pérsico y una creciente presión de parte de los países occidentales por el supuesto programa nuclear con fines militares de Teherán.
«No quisiéramos que esa tarea nos hubiera tocado. Pero nos ha tocado, frenar, frenar, frenar la locura imperialista que ahora se ha desatado como nunca antes jamás en mucho tiempo», indicó entonces Chávez.
Con la llegada de Ahmadineyad al Gobierno en 2005, la relación entre Venezuela e Irán se ha estrechado tanto ideológicamente como en el sector económico, con cerca de 5 mil millones de dólares de intercambio comercial, además de acuerdos de cooperación en sectores como el energético.
Esta alianza no ha sido bien vista por países como Estados Unidos quien, a través del Departamento de Estado, sancionó en mayo de 2011 a siete empresas internacionales, entre ellas la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), por apoyar el sector energético de Irán.
Las sanciones, de carácter administrativo, no se tradujeron en hechos concretos y, de hecho, Venezuela no dejó de enviar los 1,2 millones de barriles diarios a Estados Unidos, su principal cliente comercial, pese a las multitudinarias manifestaciones de protesta protagonizadas por el oficialismo.
Junto con Irán, las relaciones son Siria, Libia o Bielorrusia centran la mirada internacional, que también sigue de cerca la estrecha relación militar con Rusia o una cierta transigencia hacia el régimen norcoreano.
La relación de Chávez con Gadafi se remontaba a 2004. Compañeros de batallas en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en Venezuela todavía recuerdan la «jaima» que el entonces líder libio instaló en la turística isla de Margarita en septiembre de 2009 para la II Cumbre América del Sur-África (ASA).
También polémica fue su relación con el jefe de Estado bielorruso, Alexandr Lukashenko, al que algunos consideran el último dictador de Europa y con cuyo país Venezuela tiene un intercambio comercial de 2.000 millones de dólares con acuerdos de construcción, petroleros y de distribución de gas.
Los vínculos con Siria datan de 2006 y se han traducido en una treintena de convenios, principalmente en materia alimentaria y también energética, como la que incluyó la construcción de una refinería en Homs.
El caso norcoreano es el más ambiguo dentro de las relaciones diplomáticas venezolanas. El 19 de diciembre del año pasado, Chávez manifestó su «sincero pesar» por el fallecimiento del líder de Corea del Norte, «camarada» Kim Jong-il.
Venezuela y Corea del Norte han ampliado relaciones comerciales desde la llegada de Chávez al poder quien ha salido al paso a las críticas de Estados Unidos al régimen coreano.
Así, a finales de 2010, el mandatario venezolano achacó una crisis militar entre Corea del Norte y Corea del Sur a una «acción premeditada de factores de la ultraderecha» de Estados Unidos.
Las relaciones con Cuba merecen un capítulo aparte. Chávez vinculó a la revolución cubana con su proceso político y consideró a Fidel Castro, un «padre» al que elogió constantemente y en el que ha buscado inspiración para su gobierno.