ILIGAN, Filipinas. El gobierno de Filipinas envió ayer más de 400 ataúdes a las ciudades afectadas por las inundaciones en el sur donde la cifra de muertos casi alcanzó los mil, mientras el presidente Benigno Aquino III declaró estado de calamidad nacional y las agencias internacionales se apresuran a ayudar.

 

El más reciente conteo sumó 957 muertos y 49 desaparecidos y aumentará más mientras se sigan encontrando cadáveres recuperados del mar y lodo en las ciudades de Iligan y Cagayan de Oro.

 

Un puñado de morgues están abrumadas y se quedaron sin ataúdes y formaldehído para embalsamar. Los socorristas solicitaron agua embotellada, mantas, tiendas de campaña y ropa para más de 45 mil desplazados en los atestados centros de evacuación.

 

Los marineros de la Armada en Manila cargaron un buque con 437 ataúdes blancos para ayudar a las autoridades locales a manejar el creciente número de muertos.

 

La mayoría de los fallecidos son mujeres y niños que se ahogaron el viernes por la noche cuando ocurrieron las repentinas inundaciones provocadas por una tormenta tropical que arrasó con las casas mientras las personas estaban durmiendo.

 

El presidente Aquino, en una visita a Cagayan de Oro ayer, dijo la declaración de desastre nacional ayudará a las autoridades locales a tener un rápido acceso a los fondos de recuperación y mantener los precios estables de los productos básicos.

 

“El gobierno nacional hará todo lo posible para evitar que se repita esta tragedia”, dijo Aquino a los residentes que salieron a saludarlo.

 

Agregó que ser hará una evaluación de lo que salió mal y por qué murió tanta gente, si hubo advertencias de que una tormenta se extendía por la zona y por qué las personas que vivían a lo largo de los ríos y cerca de la costa no fueron trasladados a zonas seguras.

 

En tanto, la oficina de la ONU para la agricultura y la alimentación envió tres toneladas de galletas altas en proteína junto con tanques de agua, mantas, lonas y casas de campaña para unas 75 mil personas.