Esther Orozco quedó fuera de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

 

“Orozco ha muerto”, “ya cayó”, celebraron estudiantes en resistencia minutos después de que el Tercer Consejo Universitario recuperara las instalaciones administrativas de la colonia Doctores, la única trinchera de la ex rectora, quien se preparaba para librar su última batalla. Una batalla en la que ya todos la ubicaban como el enemigo a vencer.

 

Esther Orozco se aferró hasta el último momento para no perder la rectoría, pero cinco días antes, las autoridades que mediaron el conflicto desde finales de año pasado -el secretario de Gobierno, Héctor Serrano; el líder de la Asamblea Legislativa, Manuel Granados, y el tercer visitador de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, José Guevara- le habían dado el puntillazo.

 

Al tiempo que el mundo miraba el humo blanco en el Vaticano, el pasado 13 de marzo, la Comisión dio el anuncio en el Antiguo Ayuntamiento de la Ciudad de México. “Las instancias aquí representadas llevaremos una relación institucional con las autoridades designadas por ese consejo universitario, máximo órgano de dicha institución”, dijo Guevara. No hubo más comentarios ni los funcionarios aceptaron preguntas.

 

¿Reconocen al filósofo Enrique Dussel como rector? La respuesta fueron risas de Serrano y guiños del ojo de Granados a la prensa.

 

Ayer antes de salir los primeros rayos del sol, consejeros de la UACM, escoltados por la Policía Auxiliar, entraron de golpe a tomar el control del último bastión de Orozco, donde despachaban algunos de sus más fieles seguidores.

 

Los orozquistas fueron tomados por sorpresa, sólo un par de trabajadores de limpieza estaban en la calle de Doctor García Diego sin entender lo que pasaba. Pronto se enteraron de que las riendas fueron tomadas por el nuevo rector.

 

No hubo tiempo para la resistencia de los simpatizantes de Orozco. El madruguete fue sin violencia y bajo el amparo de la fuerza pública.

 

Algunos seguidores de Orozco, que pensaron cumplir su rutina diaria, fueron obligados a volver a sus casas, pero hubo algunos rebeldes. “Me quedo aquí hasta que nos saquen”, advirtió Verónica Cuenca, contralora de la universidad, quien logró colarse a su antigua sede de trabajo.

 

Cerca de las diez de la mañana, Dussel llegó a la colonia Narvarte para recibir las oficinas administrativas de Eugenia, que habían sido tomadas desde el 8 de noviembre de 2012 por el Consejo Estudiantil de Lucha.

 

El filósofo, que fue ungido como rector con el voto de 26 de los 50 consejeros universitarios el pasado 7 de marzo, recorrió el inmueble de ocho pisos para confirmar que no hubiera daños ni pérdidas materiales.

 

Octavio Campuzano, consejero académico, dio fe de la entrega de las oficinas. “Están intactas y en óptimas condiciones”, dijo, acompañado de otros consejeros y bajo la observación de Daniel Soto, visitador de la CDHDF.

 

“Con la apertura de las oficinas administrativas de Eugenia, que fueron tomadas por el consejo de la huelga política debido a la cerrazón y el autoritarismo de la ex rectora Esther Orozco para resolver el conflicto, cuya esencia fue la pretensión de imponer un consejo universitario mediante la vía de un fraude, hoy se consuma un triunfo histórico para la UACM y el pueblo de México”, leyó de un comunicado una estudiante del grupo de resistencia.

 

Frente a su laptop y con errores de lectura, la joven universitaria aseguró que tras dos años de disputa por la destitución de Orozco se pueden ver “los frutos de la semilla, el fruto de ver una comunidad consciente que avanza con el desarrollo de la población”.

 

Con piocha, rapado y calzado militar, Roberto López, representante del consejo en resistencia, organizó a sus huestes para liberar el plantel, pero no sin antes repudiar a las televisoras Milenio, Televisa y TV Azteca por “criminalizar” a los estudiantes y ser “tendenciosos” en su cobertura informativa.

 

Para ese momento, Dussel ya había tomado su camino a la rectoría. “Ya vendrá el dinero”, fueron las palabras del rector de la UACM al salir del inmueble deteriorado por el paro estudiantil.

 

Por la tarde, en la rectoría, que se ubica en al colonia del Valle, los integrantes del consejo descansaron por la recuperación de todos los planteles y en ese mismo espacio, la vida académica fluyó sin contratiempos.

 

Las aulas lucieron repletas de estudiantes y en los pasillos no se hizo referencia al conflicto.

 

Tres estudiantes de Creación Literaria apostados en la entrada ignoraron la llegada de Dussel y la caída de Orozco. Contrario al lema de la universidad, “nada humano me es ajeno”, ellos fueron ajenos al conflicto. “Nosotros somos neutrales y regresamos a estudiar desde el 10 de diciembre del año pasado”, afirmaron.

 

¿En qué semestre van? “Quinto-Sexto”. ¿Cómo? “Es que pasé las materias de sexto, pero debo unas de quinto”, dijo un joven de bigote que aspira a ser escritor.

 

¿Están a favor de Orozco? “Ni la conocimos”. Los universitarios ríen y muestran que saben aún menos del filósofo Dussel.