LONDRES. Margaret Thatcher rompió con dos estereotipos: involuntaria, pero naturalmente, desmontó el monopolio del género masculino en la conducción máxima de la política, y el inercial económico. Sobre el primero, aunque con un elevado componente del segundo, su mejor epitafio lo descubrió el periodista ruso Yuri Gavrilov. El 24 de enero de 1976 escribió un editorial en el periódico Estrella Roja titulado: La dama de hierro. Thatcher fue la primera -y aún la única- primera ministra en la historia de Gran Bretaña. Sin embargo, con frecuencia le cansaba el feminismo y no dudaba en usar su bolso como símbolo para ilustrar su poderío y estilo. Hija de un bodeguero, llegó a la cumbre del engreído sistema social británico a base de sudor y empeño, y contemplaba una sociedad sin clases ni alcurnia que premiara la diligencia y la determinación de triunfar.
Sobre el segundo estereotipo, Thatcher revolucionó el sistema económico bajo la fórmula de Friedrich Hayek, premio Nobel de Economía en 1973. Para Thatcher, las fallas del mercado británico, en los 70, se encontraban obstaculizando la libertad humana, por lo que asumió el trabajo de desmontarlas.
Las externalidades de ambas rupturas en los estereotipos, emergieron más allá de sus 11 años de gobierno. En particular, la esencia de su pensamiento fue una de las varias estratagemas que utilizó Mijaíl Gorbachov para dar un vuelco a la inercia ideológica de la Unión Soviética. La nube neoliberal reinventada por el dueto Reagan-Thatcher llegó a Rusia muy pronto, y con ella, la división de Europa dejó de tener sentido.
En memoria de la ex gobernante, ayer, las banderas fueron puestas a media asta en el Palacio de Buckingham, el Parlamento y Downing Street, la residencia del primer ministro. Mañana, la Cámara de los Comunes interrumpirá la sesión para rendirle tributo.
Con tesón y estilo agresivo a la hora de negociar, Thatcher utilizó todo tipo de fórmulas para revolucionar su atmósfera: desde la casi destrucción de los sindicatos, el enfrentamiento con el IRA, la defensa de los intereses británicos frente a Europa, sus críticas a la desaparecida URSS y un conflicto armado en 1982, cuando envió tropas al Atlántico Sur para defender las islas Malvinas de la ocupación argentina.
Nacida el 13 de octubre de 1925 en Grantham (norte de Inglaterra), la política tory procedía de una familia de modestos recursos, pues su padre había sido propietario de dos tiendas de comestibles.
Con gran capacidad para el estudio, Thatcher ingresó a una secundaria pública de carácter selectivo y consiguió entrar en la Universidad de Oxford, donde estudió Química por influencia de su padre.
Pronto se daría cuenta de que su pasión era la política, por lo que estudió Derecho y se graduó como abogada en 1954.
El paso más importante lo daría en 1959 cuando fue elegida diputada por la circunscripción de Finchley (norte de Londres), lo que le permitió ocupar la Subsecretaría de Pensiones en el Gobierno de Harold McMillan (1957-63). Después desempeñaría diversos cargos en su partido cuando estaba en la oposición hasta 1970.
Con la victoria del tory Edward Heath en 1970, Thatcher se encargó de la cartera de Educación, pero cuando los conservadores perdieron las elecciones generales en 1974, desafió ese liderazgo y, para sorpresa de muchos, salió victoriosa.
Desde entonces, su carrera al 10 de Downing Street, residencia de los primeros ministros, fue meteórica al ganar los comicios de 1979 en momentos en que el Partido Laborista estaba debilitado y el país parecía paralizado por las huelgas y la crisis económica.
Su llegada al poder supuso una completa transformación del Reino Unido al apoyar la privatización de industrias estatales y el transporte público (trenes y autobuses); la reforma de los sindicatos, a los que prácticamente despojó de poder, la reducción de los impuestos y del gasto público y la flexibilidad laboral.
Las medidas pronto consiguieron rebajar una inflación que parecía no tener freno, pero tuvieron un costo muy alto para la población británica por el aumento del número de desempleados.
La euforia inicial por su llegada al poder se transformó pronto en frustración, a tal punto que los sondeos presagiaban la derrota de Thatcher en las elecciones generales de 1983.
Sin embargo, la inesperada ocupación de las islas Malvinas por parte de los militares argentinos el 2 de abril de 1982 cambió el rumbo de la historia.
La victoria de los británicos en junio de ese año selló el destino, y la fama de La dama de hierro, que se alzó con la victoria en las generales de 1983.
Con ese triunfo vendrían los años duros de Thatcher, que no dudó en continuar con el congreso anual de su partido en Brighton (sur de Inglaterra) cuando el IRA perpetró en 1984 un atentado contra el hotel donde se celebraba o cuando se enfrentó a los mineros, a los que derrotó en 1985, después de un año de enfrentamientos por el cierre de pozos de carbón.
Ayer, la reina Isabel II autorizó que el funeral ceremonial, un nivel abajo de un funeral de Estado, se efectúe en la Catedral de St. Paul, en Londres. Después del servicio, Thatcher será cremada en privado. Con información de EFE y AP
Thatcherismo
Luego de las crisis de la década de los años 70 (crisis del petróleo y del estado de bienestar) en Inglaterra, las críticas neoliberales o neoconservadoras se dirigieron, justamente, a la participación del Estado en la economía, culpando a éste de crear las condiciones para el estancamiento económico, al limitar los beneficios empresariales y reducir, en consecuencia, las posibilidades de inversión.
Siguiendo estos postulados, en Gran Bretaña comenzó, con el gobierno de Margaret Thatcher como primera ministra (1979-1990), una serie de reformas que hicieron que el Estado dejara de lado algunas de sus intervenciones en determinadas prestaciones sociales y económicas. Se hicieron algunas privatizaciones, se disminuyeron las prestaciones sociales y se redujo el número de empleados públicos. El sector privado, mientras tanto, redujo los salarios y se empeoraron las condiciones de trabajo. Frente a esta situación y a la pasividad del Estado, los sindicatos disminuyeron su fuerza.
Este modelo se conoció como “thatcherismo”, siguiendo los postulados del monetarismo de Friedrich A. Hayek y Milton Friedman. Inglaterra logró salir de la crisis y mejorar su macroeconomía, pero las condiciones de vida de sus habitantes empeoraron notablemente y se vivió el mayor índice de desempleo de su historia.
También en EU, con Ronald Reagan (1980-1988) en el poder, se comenzó a aplicar un modelo similar. Aunque el poderío económico de este país hizo que no se sintieran tanto las repercusiones del modelo, hubo un aumento de la desocupación y una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas cerraron. Pero las peores consecuencias de estas reformas neoliberales recayeron indirectamente sobre América Latina y sus áreas de injerencia.
Todas estas medidas, propugnadas por EU y Gran Bretaña cayeron en una contradicción. Mientras estos países anunciaban que defendían la libertad de mercados, sus mismas aduanas aplicaban un severo control para proteger sus producciones ante el posible ingreso de productos de otros países.
Esta fue la teoría económica: que el control sobre la oferta monetaria podría estabilizar la economía. En lugar de gastar dinero para estimular la economía, hizo grandes recortes del Gobierno y se duplicó el IVA. Los efectos fueron muy dolorosos, entre ellos el desempleo más alto y una recesión.
La Guerra Fría
Cuando Margaret Thatcher llegó al poder en 1979, muchos en Occidente habían llegado a creer que la Guerra Fría no podía ser ganada, que el anticomunismo era moralmente incorrecto, y que el futuro estaba en la distensión entre las superpotencias y la evolución de la democracia cada vez más profunda en el socialismo de Estado.
Para cuando salió del número 10 de Downing Street, el Muro de Berlín había caído y la Unión Soviética se derrumbaba.
Los entonces presidentes de Rusia y Estados Unidos, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, respectivamente acreditaron en su momento que Thatcher puso fin a la Guerra Fría tras lograr una buena relación con Mikhail Gorbachov, llegando a aliviar las tensiones entre EU. y la URSS y al descubrir en Gorbachev un apoyo ya que él quería reformar el sistema comunista.
Uno de los primeros desafíos fue restablecer el equilibrio estratégico entre la Unión Soviética y Occidente. El 12 de diciembre de 1979, la alianza de la OTAN decidió desplegar misiles Cruise y Pershing II en Europa occidental para contrarrestar el soviético SS-20 sistema móvil. Esta decisión fue impopular entre muchos, y llevó a los años de protestas contenciosos. Pero con el pleno apoyo de Thatcher, el despliegue procedió. Ocho años más tarde, EU. y la Unión Soviética firmaron el Tratado de Alcance Intermedio Fuerzas Nucleares, que marcó el principio del fin de la Guerra Fría en Europa, y reivindicados Thatcher creencia en la OTAN, la alianza anglo-americana.
Otro desafío fue restaurar el liberalismo económico y romper la percepción de que las sociedades occidentales se mueve inevitablemente hacia el socialismo burocrático. Este problema es especialmente grave en Gran Bretaña, que había adquirido una reputación terrible como una disminución, una nación ingobernable dominado por los sindicatos de extrema izquierda. Al derrotar a los esfuerzos de los mineros del carbón unión para unir a la nación al borde del desastre en 1984-85 y poniendo en marcha un amplio programa de desnacionalización, llevó a la reactivación económica occidental de la década de 1980 que destruyeron la esperanza soviéticos.
Según Iván Mélnikov, vicepresidente del Partido Comunista de Rusia (PCR), Thatcher “jugó un papel muy importante en la desintegración de la URSS”.
El político comunista dijo hoy a la agencia Interfax que uno de los proyectos políticos más exitosos en la carrera de la líder conservadora británica fue “la seducción política de (Mijail) Gorbachov”.