El escándalo siempre ha sido lo suyo. En 2009 fue muy famoso Chris Brown, no por sus éxitos musicales sino por golpear a su novia de entonces Rihanna, al grado presentar una denuncia judicial y ser fotografiada y exhibida con las contusiones que le provocó.

 

Su padre fue su mayor defensor pues, aseguraba, “no sabía lo que hacía” y fue condenado a realizar servicios comunitarios.

 

En 2011 no le gustó el cuestionamiento en una entrevista con la cadena ABC en Nueva York, y salió de los estudios dando golpes en las paredes y sin camisa, además protagonizó varios disturbios en bares por su falta de tolerancia.

 

Para seguir con la misma línea, en 2012 se hizo un tatuaje del que la primera versión era la cara de Rihanna golpeada, pero que después aseguró era en honor a las festividades mexicanas del Día de Muertos y se trataba de una calavera.

 

En ese mismo año, y bajo la dura crítica alrededor del mundo por el mensaje que daba a sus fans de que está bien ser golpeado por su pareja, se confirmó que Rihanna había decidido reanudar su relación con su agresor, Chris Brown.

 

Con el reinicio de la relación, la personalidad de Rihanna cambió y se convirtió en una mujer confrontadora y dispuesta a generar escándalo, por lo que utilizó a las redes sociales para subir imágenes desnuda con y sin Chris Brown y retando al mundo con tal de ser feliz.

 

Ahora, como palacio de cristal, una grieta puede derrumbarlo todo.

 

Chris Brown ha sido visto en los últimos días paseando por las calles de Nueva York de la mano, no de Rihanna sino de Karizma Ramírez, una atractiva camarera, informan medios internacionales.

 

Lo mejor de todo es que Rihanna ya fijó postura: “No voy a dejar que se interponga la opinión de nadie. Si es un error, es mi error”.

 

Así que, si se trata de poner ya sea un golpe o el cuerno, Chris Brown se las lleva todas.