El terrorismo es la extensión del miedo a través de nodos mortales; percepción generalizada de que la probabilidad de morir es elevada y aleatoria pero dirigida. Un componente del miedo es transmitido, paradójicamente, por gente inocente, y en muchos casos ignorante.
El elevado contenido simbólico de la destrucción de las Torres Gemelas potenció al miedo a escalas sólo conocidas en periodos de guerra, con la salvedad de que las guerras no son aleatorias: se discute y se proclaman. Existen los preámbulos. En contraste, los segundos anteriores a actos de terror son determinados por la cotidianidad de la atmósfera. La del maratón de Boston era lúdica. La del 11 de septiembre de 2001 era radicalmente cotidiana.
Si uno de los potentes motores de la globalización es la tecnología, entonces la multiplicación de nodos de comunicación ad infinitum hace estallar las distancias geográficas. ¿Cuántos corredores del maratón de Londres no asistirán a la competencia el próximo domingo? ¿De qué forma la estrategia de seguridad de la policía británica se modifica en estos momentos a partir de lo ocurrido el lunes en Boston?
La retórica de los símbolos es el recurso popular para encontrar respuestas más rápido que las instituciones de seguridad como, por ejemplo, el FBI. Basta escuchar a una persona hablar el árabe para convertirla en testigo (acepción eufemística de sospechoso). Al Qaeda, sin atribuirse el atentado en Boston, fue culpable (para muchos) desde el primer minuto. Obama, prudente, dedicó sus primeras palabras, después de la tragedia, a la duda. Más preguntas que respuestas. Al pasar de las horas comenzó a utilizar la semántica del terror.
En Boston, el pasado martes, un pasajero prefirió perder su vuelo con tal de no abordar un avión con pasajeros árabes. Paquetes sospechosos tienen que ser bombas empaquetadas por células islamistas. Regresan los controles en las oficinas de correos para evitar la entrega de veneno disfrazado de carta familiar.
Los minutos posteriores a actos terroristas son cuasi apocalípticos. Los hemos vivido gracias al cine y a las modernas tecnologías de audio y video. La vida en HD es diferente a la de blanco y negro.
El modelo de los horóscopos se convierte en una especie de vademécum para complotistas. La tesis del asesino solitario se sostiene por las coordenadas del maratón de Boston: Patriots Day (inicio de la revolución americana en 1775); cercanía con el aniversario del atentado de Oklahoma (19 de abril de 1995); Columbine (20 de abril de 1999); Virginia Tech (16 de abril de 2007). Sólo el perturbado lee horóscopos de terrorismo. Constelaciones semióticas.
La ignorancia también ayuda a transmitir al miedo. La claridad de una pantalla HD no refleja la hiperrealidad del miedo que vivieron miles de personas en algunas carreteras estadunidenses, meses después de que el entonces presidente Bush firmara el Acta Patriota. Cuídese a usted y a su familia. Cuando tenga la oportunidad, gire su mirada para enfocarla a los conductores que los circundan; si tienen rasgos sospechosos, llame al 01 800 123 456. No lo olvide, usted puede salvar a la nación.
Si el terrorista solitario es supremacista, lo mejor es mirar hacia el esqueleto de la reforma migratoria preparada por el G8 (Grupo de 8 senadores estadunidenses). Legalizar a 11 millones de inmigrantes no blancos fortalece la reproducción de células supremacistas para proteger al cuerpo estadunidense.
Existen decenas de hipótesis, que al filtrarse a través de pantallas HD, suenan cuerdas con la realidad ya empatada por la producida en Hollywood.