MOSCÚ. Rusia es escenario de la mayor campaña de represión contra la sociedad civil desde la caída de la Unión Soviética, señala el informe presentado ayer por la organización Human Rights Watch (HRW).

 

El informe asegura que el ataque contra los derechos humanos ha coincidido en el tiempo con el retorno al Kremlin de Vladimir Putin en mayo del año pasado, tras un paréntesis de cuatro años como primer ministro.

 

HRW hace hincapié en la adopción en los últimos 12 meses de numerosas leyes restrictivas que han sido duramente criticadas por las cancillerías occidentales y la oposición rusa.

 

Destaca entre éstas la norma que obliga a registrarse como agentes extranjeros a las ONG políticas que reciben financiación exterior; la ley sobre mítines; la ley sobre traición a la patria; la nueva lista negra de páginas en internet o la inclusión de la difamación en el código penal.

 

“Las nuevas leyes y la intimidación del Gobierno están empujando a los activistas de derechos humanos fuera del marco de la ley”, apunta Hugh Williamson, director de HRW en Europa y Asia Central.

 

Según esta organización, las leyes y el trato a la sociedad civil violan los compromisos internacionales de Rusia en materia de derechos humanos.

 

El informe critica en particular la campaña de inspecciones y registros de las oficinas de centenares de ONG por parte de funcionarios de la Fiscalía, el Ministerio de Justicia y el servicio tributario y, en ocasiones, del departamento de policía que combate el extremismo.

 

La justicia ya ha iniciado un proceso administrativo contra la organización Golos, que supervisa los derechos de los votantes durante las elecciones, por negarse a registrarse como agente extranjero.

 

HRW, cuyas oficinas también fueron registradas, llama a la justicia rusa a retirar los cargos contra Golos.

 

“El Gobierno afirma que las inspecciones son rutinarias, pero está claro que no lo son. La campaña tiene una escala sin precedentes y evidentemente está encaminada a intimidar y marginar a los grupos de la sociedad civil”, agregó Williamson.

 

“El término ‘agente extranjero’ es comprendido por todas partes en Rusia como un espía o traidor, por lo que es difícil eludir la impresión de que al adoptar la ley, las autoridades buscan desacreditar y demonizar a los grupos de la sociedad civil que aceptan financiación extranjera”, destaca.

 

La organización llama a Rusia a cesar la represión de la sociedad civil, a respetar los derechos políticos y civiles más básicos y a adaptar las leyes en línea con las recomendaciones del Consejo de Europa y la ONU.