LAS VEGAS. La portada de Las Vegas Sun tiene a Mayweather en hombros. Dice: “Floyd celebró el sábado, después de vencer a Robert Guerrero en su pelea por el título welter de la WBC, en el MGM Grand Garden. Mayweather peleó como si nunca hubiera dejado el ring, regresando de un año de ausencia, con una victoria unánime por decisión, después de 12 rounds”.
Es principalmente una ciudad de espectáculos y apuestas. El box es uno de los más celebrados. Hace tiempo le preguntaba a un organizador de peleas en el estadio de los Cowboys: ¿Por qué no hacen algo así en México? ¿Por qué Manny Pacquiao no se sube con Juan Manuel Márquez en el DF?
Sencillo, me decía. La gente en tu país no está dispuesta a pagar más de mil dólares por un boleto, no gasta para trasladarse a conocer tu ciudad, no tienen los restaurantes para darles de comer lo que les gusta a los millonarios y además de todo, los peleadores tienen que pagar impuestos.
Igual que el box, que es una de mis pasiones, la tecnología juega un rol importante en los negocios de las ciudades, como show.
En enero, en esta ciudad, miles de personas llegan a nutrirse de los mensajes de las empresas aquí, durante el International Consumer Electronics Show, la feria de tecnología más importante del planeta, conocida como CES. Presentan pantallas, consolas, cables, radios, grabadoras, cámaras y todos los dispositivos que a lo largo del año se comenzarán a vender. O dentro de un par de años se harán masivos.
En este caso, se trata del EMC World, una reunión que inicia este lunes y termina el jueves, en la que los amantes de la tecnología se dan cita para conocer lo último de almacenamiento, seguridad y big data.
Me tardaría páginas y páginas tratando de explicar lo que es EMC. En un par de ocasiones me he reunido con el director general de esta empresa que tiene su sede en Massachussetts, Joe Tucci. Hace años, trataba de explicarme qué hacían con unas cajas, del tamaño de un refrigerador, que guardaban información. En su centro de datos, en donde administraban los archivos de cientos de empresas en el mundo, me relataban algunos casos de éxito y emergencias que habían tenido que sortear en un cuartito repleto de pantallas, que parece una de esas salas que en las películas de los 80 reconstruyen para narrar las escenas en donde la NASA va siguiendo el aterrizaje de una nave, la destrucción de un meteorito o la pérdida de un misil.
En la fila para entrar a esta ciudad, en la aduana del McCarran Airport, estaba el ingeniero Appel entre decenas de expertos en tecnología que venían para ser parte del evento de la empresa de Tucci. Mi amigo de la infancia estaba formado junto con otros genios de la computación y el almacenamiento.
Appel trabaja para Nielsen y me dice en la fila, antes de pasar a su interrogatorio para que lo dejen ir a recoger su maleta, que las entradas para el EMC World están agotadas. Inmediatamente pienso en un concierto de rock o en una pelea de box. Pero es un evento para geeks, para los nerds más nerds de las universidades, esos que dicen acá en Estados Unidos que debes de respetar, no hacerles bullying, porque seguramente serán tus jefes cuando crezcas. Y está agotado.
Mi amigo vino con su grupo para aprender todo lo que puedan. Intentarán conseguir una entrada que, me cuenta, cuesta alrededor de 20 mil pesos. Lo intentarán. Si no lo consiguen, de todas formas se divertirán.
Los fans del box se van de la ciudad, llegan los amantes de la tecnología. Y el show debe continuar.