Más que una moda, el cuidar nuestro planeta es una necesidad. Todos los países del mundo han establecido marcos regulatorios para incrementar la economía de combustible en los automóviles y evitar los gases que generan el efecto invernadero. Esto ha detonado que las empresas fabricantes de automóviles encaminen sus esfuerzos a los llamados AFV´s (Alternative Fuel Vehicles o Vehículos de Combustible Alternativo por sus siglas en inglés) que utilizan hidrógeno, electricidad, gas natural o biocombustibles. Los fabricantes han comenzado a invertir cifras millonarias para el desarrollo de este tipo de automóviles, sin embargo, aún falta el desarrollo de la infraestructura necesaria para darles soporte y el reto de que el modelo de negocio sea autosustentable.

 

Uno de los factores que hace complicada la ecuación es crear la infraestructura de recarga para este tipo de automóviles. De hecho en México su viabilidad es casi nula porque el gobierno no tiene en su mira el desarrollo de esta movilidad sustentable y los esfuerzos que se han intentado con los automóviles híbridos y eléctricos no han sido más que compromisos mediáticos con la prensa especializada y poco o nada de realidad en términos de una ayuda para nuestras grandes metrópolis.

 

Para la iniciativa privada, el retorno de la inversión de la creación de esta infraestructura puede ser baja o sumamente lenta. Sumado a esto, dichos suministros debieran ser obligación de los gobiernos federales y estatales como patrimonio de los ciudadanos y no una concesión mal llevada que condenaría estos proyectos “verdes” al fracaso total.

 

En los Estados Unidos de América, las normas son provistas por un marco regulatorio denominado CAFE (Corporate Average Fuel Economy). Esta normatividad es sumamente estricta y está muy por encima de nuestra precaria verificación vehicular que lejos de incentivar la disminución de la contaminación mediante el cuidado del vehículo, obliga a los propietarios a tener un coche de repuesto igual o en peor estado con tal de circular. En esta materia, los automóviles no deben medirse por el año modelo sino por el estado de conservación de sus motores y las cantidades de gases nocivos para el ambiente.

 

Un elemento preocupante para el futuro ambiental es el hecho de que el mercado chino ya sobrepasó en volumen de consumo al de los Estados Unidos y la edad de conducción en el planeta se verá casi duplicada, por lo que el consumo de hidrocarburos aumentará y las emisiones también.

 

Es aquí donde los AFV´s entran en la ecuación. En 2012, Ford vendió 11,600 coches impulsados por gas natural, esto representa tres veces más de lo colocado en el año 2010. Honda no se ha hecho esperar en este terreno y creó el Civic GX impulsado por este mismo combustible y en fechas recientes General Motors y Chrysler están ofreciendo pick ups con estas características.

 

En este año, 28 son los modelos eléctricos o que equipan baterías que serán vendidos en nuestro vecino país del norte contra los 13 que se ofrecieron en el 2012.

 

Los biocombustibles fabricados con base en desechos orgánicos o bien alimentos creados exprofeso para este fin como la caña de azúcar, han creado controversia. Si bien en países como Brasil son muy populares, el hecho de utilizar el alimento como fuente de movilidad es algo que afecta a muchas conciencias alrededor del mundo.

 

Este tema de los AFV´s y la infraestructura necesaria para su desarrollo, se ha vuelto como el cuento del huevo y la gallina. Los fabricantes quieren vender más pero no existe la infraestructura necesaria para dicho fin mientras que los proveedores de dichos combustibles alternos no pueden recuperar sus inversiones si no crece el parque vehicular de dichos combustibles.

 

La gasolina sigue siendo el combustible dominante en casi todos los países pero los combustibles alternativos, debido a la norma CAFE, han venido ganando terreno. De acuerdo con el acta de 1992 de política energética de los Estados Unidos, los combustibles alternativos son:

 

• Metanol, Etanol y otros alcoholes

 

• Gasolina destilada con al menos 85% de alcohol

 

• Gas natural o líquidos derivados de él

 

• Gas Propano

 

• Hidrógeno

 

• Electricidad

 

• Combustibles no alcohólicos derivados de materia orgánica

 

• Combustibles líquidos derivados del Carbón

 

No debemos olvidar que el desarrollo de la gasolina es paralelo al crecimiento de la industria automotriz. Esfuerzos por fabricar automóviles eléctricos o impulsados por otros combustibles han existido desde los albores del siglo XX y más si tomamos en consideración que el diésel, derivado también del petróleo se inventó a finales de los años 1800´s.

 

 

Conclusión

 

Muchos países del mundo ya comenzaron a impulsar la disminución de los gases contaminantes y el incremento en el uso de los combustibles alternativos. Aún existe incertidumbre en cómo se resolverá la ecuación del “la gallina y el huevo” en términos de quién se hará responsable de proveer la infraestructura necesaria para el uso de los combustibles alternativos. De acuerdo con un análisis hecho por Ford, se necesitarán de al menos 86.6 mil millones de dólares para crear la infraestructura necesaria en China, Estados Unidos y Europa para masificar el uso de los AFV´s. Particularmente las cifras son que Europa necesitaría invertir 38.5 mil millones de dólares, China 31.6 mil millones y los Estados Unidos 16.1 mil millones de dólares; claro está, adicionales a lo que ya han invertido hasta este momento.

 

Pese a que aún se espera que hasta el 2030 la mayoría de los automóviles sean impulsados con gasolina, se espera que para ese año un pequeño mercado de AFV´s ya exista y sea suficiente como para cargar el peso de toda la infraestructura.