La final entre América y el Cruz Azul ya empezó a jugarse fuera de las canchas. Los ánimos están calientes y eso que los equipos todavía no se ven las caras. Las filas para comprar un boleto en el estadio Azul son kilométricas y esto es aprovechado por los revendedores que buscan hacer su agosto.

 

Desde ayer hay gente que acampó para intentar conseguir un boleto. De hecho los aficionados que no se quieren perder la final en el estadio se enfrascaron en empujones y cruce de palabras ante el temor de quedarse sin una entrada.

 

Por el tenso ambiente policías de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina (SSPDF) y la directiva del inmueble cercaron con vallas la zona alrededor de la taquilla.