Tristes y muy apesadumbrados quedaron los priistas cuando escucharon que el presidente  Felipe Calderón había dicho en una entrevista que ellos, los que gobernaron al país por más de 70 años, solían pactar con el crimen organizado, una canallada del jefe del Ejecutivo, cuando ese partido jamás ha actuado de manera irregular, del PRI nunca ha emanado un funcionario corrupto, jamás alguno de ellos se ha enriquecido de manera ilícita.

 

Cómo se le ocurre al presidente siquiera pensar que el “tricolor”  es un partido que dejó pasar durante décadas que grupos de poder al margen de la ley sentaran sus reales en territorios gigantescos, qué le hizo pensar a Calderón que ellos, los que guiaron al país en el camino de la rectitud, podrían haber torcido el rumbo de la pulcritud democrática hacia algún sendero manchado de corrupción.

 

Qué infamia y qué sinrazón, cuando lo único que vimos durante las siete década fueron gobernadores que dejaban estados ricos y ellos terminaban sin un centavo, solamente vimos cómo el país crecía sin deudas, sin crisis, sin caciques en los estados, solamente los vimos salir,  a esos funcionarios estóicos que pertenecieron al partido con una mano adelante y otra atrás.

 

El PRI, señor presidente, no dejó más que a un pueblo culto y preparado, generó y desarrolló actividades para que la ciencia creciera y evitó que los cerebros salieran de las fronteras del país, dejó un país rico y poderoso.

 

Por qué se atrevió el presidente de la República  a ensuciar los  cimientos de un partido político intachable, cuyos gobernadores en turno en tiempos recientes han sido mexicanos inmaculados como Mario Marín “el gober precioso”, Fidel Herrera, Arturo Montiel, Moreira , Mario Villanueva y tantos otros que dejan estados pletóricos de recursos, en bonanza y acompañados de grandes, muy grandes recuerdos.

 

En fin, a todas luces una bajeza del señor presidente el haber maltratado siquiera con el pétalo de una rosa al Partido Revolucionario Institucional. Ahora que no pueda dormir por la blasfemia emitida , el señor presidente seguro saldrá a deambular por esas calles de Dios y pateando una lata recapacitará al respecto, aunque nunca viviera mil años se perdonaría lo que siquiera, por un momento , solo por un instante, quiso dar a entender.

 

esteban.arce@24-horas.mx